«La mujer ante el espejo«
Cincuentona con arrugas ya marcadas,
ante un espejo citaba su hermosura;
por mucho que se miraba y remiraba,
más fealdad veía que donosura.
Arrojó al suelo con ira despiadada
el objeto protagonista de su mal,
exclamando furiosa e iracunda:
«¡Maldito espejo!, no eres buen cristal.
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Moraleja:
Como es fácil de comprender
no hay cosa que más le hiera
que aún ni en el espejo siquiera
quiere verse engañada la mujer.