Categoría: Hemeroteca de Sierra Albarrana

Noticias recogidas por la Revista Sierra Albarrana sobre nuestra villa y sus aldeas.

Gastronomía. Solomillo a la pimienta.

Los hermanos Ortiz se han convertido en una presencia destacada en el sector hostelero mellariense con los dos locales que regentan, uno en la calle Corredera -con un amplio salón, apto para todo tipo de celebraciones- y el otro en la plaza Lope de Vega, frente al Ayuntamiento. Para la receta que proponen se necesita un solomillo ibérico de unos 300 gramos, al que se le da una primera pasada por la plancha, que lo deje dorado y jugoso. A continuación se derrite una cucharada de mantequilla en una sartén y ese pocha una cebolla cortada en tiras. Finalizada esta operación, se introduce el solomillo, se adereza con pimienta y se cubre con nata y un cubito de caldo de pollo. Tras unos minutos de cocción está listo para ser degustado acompañado de una guarnición de patatas.

Bar Ortiz I y II. Calle Corredera, 73 y plaza Lope de Vega s/n. Fuente Obejuna. Tfno: 957 584 33 33.

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De santos, cruces, cruceros y otros aparejos

Hasta no hace mucho, por nuestros caminos se podían encontrar diseminadas algunas vetustas cruces que, a modo de piedras miliares de la devoción, jalonaban las veredas queriendo rememorar tal vez algún hito antiguo, perdido ya para la memoria de los vivos, o suplicando del caminante una oración a cuenta de olvidadas mandas. También antes, por nuestras calles, era fácil tropezar con imágenes que, flanqueadas de farolillos y velas, adornaban esquinas y recovecos, expuestas a la veneración popular.

A veces estos monumentos, sencillos fustes de piedra rematados con una cruz, se encontraban a la salida de las poblaciones, aunque más a menudo solían situarse a orillas de los caminos, preferentemente en las encrucijadas,de ahí su nombre de cruceros. Por la costumbre de arrodillarse ante ellas pidiendo protección para el camino, también son conocidas como humilladeros. Tan antiguos como el paisaje mismo, en las templadas tardes de la primavera o el otoño, los humilladeros solían ser meta de románticos paseos y, desde sus gradas, las mocitas de la aldea esperaban el retorno del campo de padres, novios y cuanto el camino pudiera traer. El origen de estos cruceros lo tenemos que buscar en el carácter mágico que los pueblos indoeuropeos atribuyeron a los caminos. Y es que, de día por ellos transitan los vivos pero, como todo el mundo bien sabe, a la noche, por los caminos circulan los entes del ultramundo y penan sus culpas los difuntos.Los griegos tenían la costumbre de amontonar piedras en las encrucijadas, y cada viajero, al pasar, añadía una nueva piedra, pidiendo así protección para su camino.

Estos primitivos montones fueron sustituidos por unos pilares llamados hermas, que solían rematarse de un busto itifálico representando a Hermes, protector de viajeros y comerciantes, aunque también de ladrones y bandoleros. A las hermas, siempre adornadas de remas y coronas, se les ofrecían libaciones, frutos, pasteles y hasta algunos animales como pájaros o liebres, y durante las ceremonias, para propiciar la fertilidad y la fortuna,se permitía tocar el falo erecto que adornaba la cabeza del dios.En Roma se perpetuó la costumbre, pero, siendo los romanos esencialmente prácticos, en el fuste de la columna se grababan indicaciones sobre la dirección de los caminos y las distancias. Precisamente los romanos desarrollaron la antigua costumbre de hacer los enterramientos en los márgenes de los caminos, con lo que las hermas, cippos en su versión latina,, comenzaron también a tener un carácter marcadamente funerario, que entroncaba de modo natural con la concepción mágica de los caminos.Entretanto, el cristianismo, que siempre fue tan pragmático como oportunista, no tuvo mayores problemas en reconvertir estas columnas paganas por el expeditivo procedimiento de rematarlas con una cruz y, como novedad, levantarlas sobre unas gradas símbolo del Calvario, trasunto fiel e impensado del mito indoeuropeo del árbol de la vida. La nueva religión se apresuró a levantar humilladeros en los antiguos emplazamientos de las devociones paganas, los lugares de citas para aquelarres y en aquellos caminos donde era público y notorio que a la noche circulaban demonios y ánimas condenadas. Así, el viajero nocturno, tanto si topaba con algún ánima errabunda tanto si se deba de raíces con la estantigua al completo, que es cómo aquí se llama a la Santa Compañ, podía acogerse al amparo de la cruz.Pero como sabido es que tras la cruz siempre anda el diablo, las costumbres antiguas se resistieron y todavía en el siglo VI San Martín Dumiense, en su De correctione rusticorum, reprueba el que aún se encendiesen luces en las encrucijadas.

Seis siglos más tarde, el Ritual de Pruem testimonia el frecuente levantamiento de cruces en campos y caminos como protección a las cosechas, defensa contra gentes del más allá o testimonio de gratitudes por favores recibidos vía divina, a la par de un obispo anónimo nos informa que “los mancebos y vírgenes traían grandes danzas en las encrucijadas de los caminos”. De hecho, tardó mucho en desaparecer el antiguo carácter funerario de los caminos, tanto que el Códice Calixtino (siglo XII) aún lo cita como vigente. Castelao expresa así la conjunción de humilladeros y caminos, “la muerte, la noche, el camino y la cruz están unidos aquí en el origen de los cruceros”.Tras la Ilustración, las estantiguas, ánimas en pena, súcubos, trastos y otros quedaron muy devaluados, perdiendo rápidamente posiciones en el ranking de audiencia, y cruceros y humilladeros perdieron su carácter mágico pasando a estar sólo revestidos de su función religiosa. Los humilladeros perdieron su carácter mágico pasando a estar sólo revestidos de su función religiosa. Los humilladeros comienzan entonces a ser erigidos y costeados por particulares bien en acción de gracias por algún favor recibido o algún peligro sorteado, aunque mucho más comúnmente para sacralizar un lugar cuya naturaleza ha sido alterada por la muerte. Aún hoy día vemos, en versión más modesta, cómo las carreteras se jalonan de pequeñas cruces que señalan el lugar donde se ha producido alguna muerte, generalmente por accidentes de circulación.Los humilladeros, antes abundantes en nuestra comarca, han ido desapareciendo en tiempos recientes tanto por la incuria de las gentes que ya no están para simbologías religiosas, como por la ampliación de carreteras y caminos que se comieron literalmente el monumento.

Algunas cruces, por estar situadas en el arranque de los caminos, se han visto integradas en el perímetro urbano al expandirse la población, como en el caso del Parque de la Cruz en Fuente Obejuna, aunque la cruz primitiva fue sustituida en una remodelación reciente por una nueva más elaborada y sin simbolismo ninguno. Por el contrario, la cruz que se conserva en la plaza Manzanares de Alanís, de notable factura fálica, es un ejemplo meridiano de reutilización de elementos antiguos.Con similares propósitos de defensa contra elementos del más allá o como rememoración de algún sucedido milagroso, desde la antigüedad clásica ha sido costumbre hacer figurar imágenes de las divinidades en las fachadas de los edificios. Bien como pequeñas tallas en una hornacina excavada en la pared o bien como una sencilla representación pictórica, estas imágenes extendían su protección a viandantes, devotos y, naturalmente, a los habitantes de la vivienda cuyas paredes deban cobijo a la imagen. Su evolución y cristianización siguió pautas similares a los cruceros, pero entre los siglos XVI y XVIII conocieron tal auge que apenas sí quedó una calle sin su media docena de santos parientales.Podían ser muchos los motivos que conducían a las gentes a disponer de uno de estos retablos callejeros en sus fachadas, bien por un sincero fervor a algún santo, virgen o cristo de su especial devoción que quedaba así exteriorizada como cumplimiento de alguna promesa hecha en momentos de apuro resueltos gracias a la intercesión del santo candidato a auparse al retablo.

Otras veces eran causas externas al propietario, por ejemplo por disposición de la parroquia o del ayuntamiento que querían conmemorar así algún hecho piadoso allí acaecido. Muchas veces, las tales imágenes eran sólo una expresión de un fervor popular que tradicionalmente, por motivos olvidados, se hacía manifiesto en aquel lugar. También, en los siglos citados, contribuyó poderosamente a la proliferación de estas capilletas callejeras la imperiosa necesidad sentida por quienes temían que la Inquisición pudiese dudar de la sinceridad de su fe, bien por no ser cristianos viejos, bien por ser demasiado aficionados a la lectura o por algún desliz anterior, para lo cual, el posible sospechoso, se apresuraba a amurallarse tras de una de estas imágenes segradas que publicase bien a las claras su cálida fe e inquebrantable adhesión a los principios de la Iglesia Romana, no fuera a ser que …Con el tiempo, olvidados ya el motivo o la necesidad que habían erigido el retablo, frecuentemente, y previa concesión por parte del santo titular de abundantes gracias y favores, la devoción popular hizo de ellos objetos de su devoción, encontrándose siempre llenos de lámparas, velas, flores y exvotos. En los tiempos en que el alumbrado público era una entelequia, estas capilletas eran las únicas luces de que se podían servir los parroquianos para deambular por la noche como los atestiguan Mesonero Romanos en Madrid y, en Córdoba, Ramírez de Arellano.Hacia 1841 el Gobierno ordenó una puga general de estas imágenes callejeras en todo el país, salvándose muy pocas. En nuestra comarca, las que quedaron, salvo casos de auténtica devoción como la imagen del Cristo de la Humildad en la calle Maestra de Fuente Obejuna, han ido desapareciendo en los últimos años, ya que o bien se han desecho de puro viejas o, tras el enfriamiento de la devoción, el propietario del edificio las ha eliminado en alguna reforma, ahorrándose así problemas y suciedades de flores y ceras. Un ejemplo de viva permanencia, aunque sea extramuros, el la Fuente de la Virgen de Hornachuelos, de gran raigambre popular. (Francisco J. Aute)

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Cita previa

El consultorio médico de Fuente Obejuna ha establecido el sistema de cita previa telefónica. El número es: 957 585 277. Quienes deseen ser atendidos en el día deben llamar de 8.30 a 10.30 y quienes deseen ser atendidos en días sucesivos deberán acordar su cita de 12.00 a 13.00 horas.

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Fuente Obejuna celebró el Día de la Mujer Trabajadora

Los actos comenzaron el día 8 con una mesa redonda en el teatro municipal en la que se abordó el tema de la doble jornada laboral -fuera y dentro del hogar- que deben soportar las mujeres trabajadoras, y que contó, entre otros participantes, con la diputada del PP María Jesús Botella y la concejala de Asuntos Sociales y de la Mujer, Isabel Cabezas. El día 14, un grupo de mujeres mellarienses se desplazó a Villanueva del Rey, para confraternizar con otras organizaciones de mujeres de la Mancomunidad. El programa culminó con una excursión a Granada el 24 de marzo, la celebración de una exposición de Esmeralda, pintora de El Porvenir, y con la entrega de certificados acreditativos de haber participado en los talleres municipales.

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Excursión. La Sierra de los Santos.

Ramírez de las Casas Deza, en su célebre descripción del término de Fuente Obejuna, se refiere a esta formación como Sierra de San Bartolomé, nombre que posteriormente quedaría reducido a Sierra del Santo o de los Santos, como se la conoce ahora. Ubicada al sur del Guadiato, franqueando el embalse de Sierra Boyera, ocupa al más de 3.000 hectáreas calificadas por la Junta como complejo serrano de interés ambiental. Encinas, madroños, lentiscos, durillos y, sobre todo, coscojas forman el grueso de su cubierta vegetal.

Sus coscojares alcanzaron fama en el siglo pasado por la cría de un tipo de cochinilla -la grana- cuya hembra segregaba un tinte carmesí muy apreciado por el sector textil. En las laderas de vegetación más espesa encaman los jabalíes. Tiene fama la zona de Los Donmarcos, donde se obtienen buenos trofeos. Meloncillos y zorros son otros mamíferos frecuentes en esta sierra.

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Nueva casa de turismo rural en Los Pánchez

La casa rural El Coronel, en la aldea de Los Pánchez (Fuente Obejuna), es la última incorporación a la lista, cada vez más extensa, de establecimientos turísticos de la comarca. Su puesta en marcha ha requerido una inversión de 30 millones de pesetas -50% con cargo a los fondos Leader- y una restauración muy cuidadosa del viejo edificio original. Con una superficie total de 500 m2, la casa dispone de ocho dormitorios, cocina con chimenea, biblioteca, amplios salones y doblado. Cuenta, además con dos patios con piscina, barbacoa y un antiguo horno de pan todavía en uso. La lista de precios comienza a partir de 3.000 pesetas por persona y día en temporada baja. Para más información y reservas, los interesados pueden dirigirse a los teléfonos 607 570 206 y 677 411 417

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Nuestra gente. José Rivera, administrativo del Servicio de Salud Laboral. Pasión por Mellaria

Desde su puesto de administrativo del Servicio de Salud Laboral de Enresa en El Cabril, Pepe Rivera custodia y gestiona el archivo de los historiales médicos de todo el personal de la instalación y de la sede de Madrid. Vamos, que sabe de qué pie cojea, cada uno en Enresa, aunque, muy en su papel, él diga, como el sabio, aquello de “sólo sé que no sé nada”. Para los que le conocen, el comentario anterior puede sonar inoportuno, pero no para él, porque Pepe es una de esas personas de talante sereno y bienhumorado para el que el “problema” con el que nació nunca lo ha sido.

Pepe Rivera es mellariense, tiene 41 años, una mujer y tres hijas como tres soles que aparecen en la pantalla de su ordenador junto con el escudo de Fuente Obejuna, la muy ilustre villa en la que nació y, de la que nunca ha querido salir, aunque las circunstancias de cada cual le forzaran al exilio temporal: “Las circunstancias mandan y con 28 años, ya casado y con una niña, tuve que marcharme a trabajar a Sevilla, a un cámping, de administrativo”.

Junto con Fuente Obejuna y las mujeres -las cuatro de su casa, que nadie piense mal- las tareas administrativas son otra de las constantes de su vida: “Después de la primaria en las monjas estudié la rama administrativa de formación profesional. Con 19 años comencé a trabajar en el matadero de Camilo Ríos. Hacía de todo, era el niño, y aunque estaba fundamentalmente en los embutidos, si hacía falta ayudar en la matanza, allá iba… Donde me mandaran”.

Fue aquélla la época preadministrativa en la que compaginaba el trabajo con sus estudios en una academia de Peñarroya “a la que iba por las tardes, con un amigo, haciendo autostop o localizando a los que tenían novia en Peñarroya para acoplarnos a sus idas y venidas”. Pepe no tenía todavía carnet de conducir ni coche. Todavía recuerda el primero, “un Renault-8 de enésima mano que compré a un amigo cinco o seis días antes de marcharme a Sevilla. !Qué viaje! Bien amarrado al volante. El de la mudanza tenía que venir detrás de mí, y le dio tiempo a desayunar, comer, dormir…!Tardé siete u ocho horas!”.

Este viaje forma parte de su historial administrativo porque, por entonces, Pepe ya había trabajado como tal en el otro matadero de Fuente Obejuna. Después de Sevilla volvió a casa y en seguida comenzó su idilio con El Cabril, adonde llegó de la mano de Initec, allá por 1991, y de donde ya no ha salido. En 1995 se incorporó por derecho a la familia de Enresa y aquí sigue en un despacho presidido por Sara, María del Mar y Puri, la foto-recuerdo de los compañeros de Initec, tres panorámicas de su pueblo, un calendario del Athletic y el equipo de fútbol sala del Grupo Recreativo de El Cabril. Y es que ésta del fútbol es otra de sus constantes: “Desde que era pequeño siempre he jugado en los equipos del colegio, en equipos del pueblo… Hasta que con la Unión deportiva Mellariense ascendimos de categoría y empezaron los fichajes. Aquello perdió el encanto de ser un grupo de amigos y colgué las botas. Desde entonces sigo jugando con amigos, especialmente a fútbol sala, aunque me dedico más a entrenar que a jugar”.

El carnet de entrenador de fútbol no es el único. También tienen el de monitor de ajedrez -pertenece a la asociación Peón del Rey-, y en sus tiempos anduvo metido en una asociación de pesca. Pero seo ya lo ha dejado porque el tiempo da para lo que da y su compromiso con la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de Gracia y de la Amargura le ha llevado hasta la secretaría de la Agrupación de Cofradías de Fuente Obejuna. Allí hay mucha tarea administrativa, especialmente desde fin de año hasta después de Semana Santa: “Ordenar papeles, preparar escritos, buscar pregonero o solicitar ayudas económicas -como la que tradicionalmente concede la Fundación Enresa. Para conseguir que la Semana Santa mellariense conserve el sabor de la tradición y tenga cada año una mayor repercusión”.

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Fuente Obejuna debuta en las ligas de fútbol sala y baloncesto

Los aficionados al deporte de Fuente Obejuna tienen esta temporada dos nuevos equipos federados por los que vibrar y a los que acompañar cada fin de semana. El primero, la Asociación Deportiva Mellariense de Fútbol Sala, cuenta con 15 jugadores, todos ellos de Fuente Obejuna, con edades comprendidas entre los 17 y los 27 años. Compite en la liga de primera provincial, categoría senior, de la que se ha proclamado campeón de invierno. El otro equipo, Baloncesto Mellariense, también milita en primera provincial. Tiene 12 integrantes con edades comprendidas entre los 16 y los 27 años, procedentes de Fuente Obejuna, Peñarroya y Córdoba. Ambos equipos cuentan con el patrocinio del Ayuntamiento y de CajaSur.

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Conferencia

Ana Isabel Romero, enfermera diplomada del Centro de Salud de Fuente Obejuna, dio una charla sobre el diagnóstico precoz del cáncer de mama en el Centro de Educación de Adultos de la localidad. La conferencia se inscribe dentro de una campaña promovida por el Área Sanitaria Norte para concienciar a la población femenina sobre la importancia de detectar cuanto antes esta patología.

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Cuenta solidaria

 El Área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Fuente Obejuna ha abierto una cuenta en CajaSur para socorrer a la familia Sánchez, de Ojuelos Altos, que perdió su vivienda y enseres tras un trágico incendio el pasado 7 de diciembre. El número de cuenta es el siguiente: 2024-0031-46-3000070288.

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