El pueblo entero participa en la representación teatral de la inmortal obra de Lope de Vega.
Las representaciones de teatro popular son algo más que un homenaje de los pueblos a un capítulo importante de su historia. Son también algo más que un reclamo turístico o una oportunidad para que los vecinos que las ponen en escena gocen de esos 15 minutos de gloria que Andy Warhol decía que todo el mundo merecía al menos una vez en su vida. Fuenteovejuna, en la localidad que le da nombre; La vaquera de la Finojosa, en Hinojosa del Duque; El halcón y la columna, en Belalcázar; El Gran Capitán, alcaide de Santaella; La noche de la media luna, en Aguilar de la Fontera … son mucho más que todo eso. Acomódense en su butaca y compruébenlo.
Fuenteovejuna es algo así como la madre de todas las representaciones de teatro popular que se celebran en Córdoba. La obra del inmortal Félix Lope de Vega y Carpio vio la luz allá por 1614. Cuentan los libros que, para su creación, el autor se apoyó posiblemente en el pasaje Hecho en Fuenteovejuna, que aparece en Crónica de las Tres Órdenes y Caballerías de Santiago, Calatrava y Alcántara, de 1572. En ella se puede leer una descripción de los abusos del Comendador mayor Fernán Gómez de Guzmán sobre los vecinos de la villa y el relato de su muerte. Fuenteovejunano sólo atesora Inmortalidad, sino también universalidad. Desde que en 1822 fuera traducida al francés, la obra tiene una versión en prácticamente todos los idiomas y se ha representado en muchos puntos del planeta. “Es que es algo que siempre está de actualidad, porque representa la lucha contra la injusticia y el poder absoluto”, detalla el diputado provincial de Cultura José Mariscal. Además de la lucha contra la tiranía, traducida en que todo un pueblo se autoinculpa en la muerte del opresor, los temas que tejen el resto de la trama son el amor y la ambición. La acción transcurre en 1476, durante el reinado de los Reyes Católicos —que también son personajes—, cuando los amantes Laurencia y Frondoso luchan por su amor contra las interferencias del Comendador. Los abusos que éste comete desde su posición tienen como contrapunto la actitud del pueblo, que no ansía poder sino justicia.
El 24 de agosto de 1935, la más conocida de las obras de Lope cobró vida, por primera vez en la época contemporánea, en la plaza de la localidad donde ocurrieron los hechos narrados. Fue interpretada por la compañía de Enrique Borrás y Margarita Xirgu, la más importante de España. Desde entonces, varios grupos de teatro profesional representaron en Fuente Obejuna la historia de Laurencia y el Comendador, con la participación de los vecinos únicamente como extras. En 1956, por ejemplo, corrió a cargo de la compañía de José Tamayo, con Aurora Bautista como actriz principal; y en 1962 fue la compañía Lope de Vega la encargada de poner en escena la obra en suelo melariense, ccon José Osuna como director y Manuel Dicenta, Francisco Piquer y Analía Gadé, en sus principales papeles. En 1987 se acordó que sería representada exclusivamente por los vecinos, aunque la dirección teatral se mantiene en manos de prestigiosos profesionales, algo que se ha hecho desde entonces en seis ocasiones: en los años 1992, 1994, 1997, 2000, 2004 y 2006.
En 2009 la obra volverá a ponerse en escena. “Creemos que cada tres años está bien, ya que es algo muy costoso de hacer”, explica Isabel Cabezas, alcaldesa de Fuente Obejuna. Este año las representaciones se harán entre los días 19 y 23 de agosto. “No se trata sólo de un hecho cultural, sino también de desarrollo económico, ya que una vez que se pone todo en movimiento pasan por Fuente Obejuna miles de personas, tanto de España como del extranjero”, afirma la alcaldesa. Los alojamientos rurales, el hotel municipal y las casas de alquiler cuelgan el cartel de completos “y los empresarios tienen la oportunidad de obtener importantes beneficios”, señala Cabezas.
En la representación de este verano participarán más de trescientas personas en un montaje dirigido, al igual que la edición de 2000, por Fernando Rojas, quien en aquella ocasión introdujo la gran novedad del directo para los diálogos, poniendo punto y final al play-back que fue la banda sonora de las dos primeras representaciones vecinales —las de 1994 y 1997—. De esas trescientas personas, una treintena son personajes con texto; aproximadamente un centenar componen la masa del pueblo, y el resto son soldados, de montaje. “En esta edición, la puesta en escena posee más plasticidad, espectáculo y un mensaje más directo contra el fanatismo”, insiste Rojas. Desde el comienzo de los ensayos, a principios de julio, el director trata de transmitir esa idea a sus actores. “La localidad se vuelca con esta manifestación cultural en la que colaboran de manera altruista muchos de sus habitantes. Y es que la obra pretende movilizar a todas las fuerzas vivas del pueblo: pintores, artesanos, miembros de los talleres de cultura, alumnos del conservatorio municipal… El espectáculo sin los vecinos no tendría sentimiento”, recalca el máximo responsable de la puesta en escena. El mismo director define la obra como una labor de creación colectiva popular guiada por un equipo de profesionales que apuesta por potenciar la plasticidad del espectáculo y el cuidado de la iluminación y el vestuario. “Todos ponen pasión. Desde los actores, que sin ser profesionales del teatro se dejan el alma en la representación, hasta los miembros del taller de costura, que también han abandonado muchos días sus quehaceres tras el trabajo para dedicarse a poner a punto Fuenteovejuna”, añade la alcaldesa, Isabel Cabezas.
“Tampoco quiero olvidar que este año he vuelto a contar con Lorenzo Collado, que es un gran decorador que ha trabajado en muchas películas. Lorenzo tiene la mano fácil para el dibujo y el ingenio, y a él le debemos la escenografía y el vestuario”, detalla Rojas, quien incide en la importancia de que el espectáculo se muestre ahora con sonido directo. “En la representación del año 2000 introduje el directo porque el teatro es la voz y la presencia. A partir de ese momento me propuse que esa voz hay que matizarla más, dar más fuerza al verso y a lo que quiere decir Lope, y eso es lo que hemos hecho este año, trabajar esos matices de voz con los actores y profundizar en las mecánicas entre la voz y el gesto”, recalca. Pero la puesta en escena de 2009 también será recordada como aquella en la que el equipo de producción puso un especial énfasis en los elementos y materiales que tienen que ver con el aspecto guerrero y militar de una obra cuya acción se desarrolla en el siglo XV. “Resaltaría que es un montaje más espectacular e impactante que los anteriores, y también más comprometido con la denuncia del fanatismo, la tortura y el padecimiento humano”, insiste Fernando Rojas.
Se ha cuidado al detalle la iconografía. “Por ejemplo, le hemos dado un mayor realismo a todo lo que son los materiales y elementos del ámbito guerrero para representar las escenas de esas batallas del siglo XV”, cuenta el director. Para ello se ha confiado en el trabajo del taller de un artesano de la Comunidad Valenciana.
Muchas horas de esfuerzo y el poder moldeador de Fernando Rojas consiguen convertir a Fernando Murillo en el Comendador Fernán Gómez de Guzmán; a Ana Molina, en Laurencia; a Francisco Pulgarín, en Frondoso; a Silvia Mellado, en Pascuala; o a María Isabel Rodríguez, en Jacinta. “El teatro, que es hacer y no decir, abre con Fuenteovejuna el telón imaginario de una página soñada por un poeta, refrendada por la historia y vivida por los protagonistas actuales, herederos, sin duda, de aquellos hombres y mujeres que sufrieron en sus carnes la injusticia, la violencia y la falta de respeto”, subraya el director, quien puntualiza que “no podemos olvidar, sin embargo, que adquiere una gran importancia la participación del propio pueblo en su mismo pueblo, lo que proporciona a esta obra una proyección que tal vez nunca tuvo en los corrales de comedias y que permite revivir a vecinos de Fuente Obejuna su historia, honrándola”.
LAS HIJAS DE ‘FUENTEOVEJUNA’.
Varios son ya los municipios cordobeses que han seguido los pasos de Fuente Obejuna en lo que se refiere a rendir homenaje a su historia a través de representaciones de teatro popular. Con carácter anual y en julio, La noche de la media luna recrea la etapa medieval de Aguilar de la Frontera. Se trata de un viaje al pasado, ambientado en el propio marco donde sucedieron los hechos más relevantes de este pueblo monumental y en el que más de un centenar de actores dan vida a siete escenas históricas. Los asistentes pueden contemplar la conquista y la repoblación de las tierras cercanas, y ser testigos del asalto a la villa por los hombres de armas del rey Pedro I, en guerra con su hermanastro Enrique II. Los textos son obra de Francisco Cabezas.
Sin embargo, la representación más parecida a Fuenteovejuna en puesta en escena es, quizá, La vaquera de la Finojosa. “Moza tan fermosa / non ví en la frontera / como una vaquera / de la Finojosa/. Faciendo la vía / del Calatraveño / a Santa María, / vencido del sueño,/ por tierra fragosa, / perdí la carrera, / do ví la vaquera / de la Finojosa”. Estos versos de Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, escritos durante el primer tercio del siglo XV, tras el paso del marqués por Hinojosa del Duque, se han convertido en el eje argumental de una representación en la que participan cerca de 250 vecinos. La obra, creada por el dramaturgo Francisco Benítez, se centra en los devaneos y pretensiones amorosas del marqués de Santillana y la vaquera, empleando como escenario la plaza de la Catedral de la Sierra.
También de Francisco Benítez es El halcón y la columna que, de momento, tan sólo se ha representado una vez. Fue en 2006, en el histórico patio del convento de Santa Clara de la Columna, en cuya cripta reposan los restos de la familia condal de esta localidad que entre los años 1432 y 1483 —los tiempos recreados en la trama— era como la capital de la comarca. Más de cincuenta vecinos dieron vida a una historia que se inicia con la muerte de Don Gutierre, maestre de Alcántara, que narra después los entresijos palaciegos de la vida de su hijo Alfonso y de Elvira de Zúñiga y la muerte de éste, que continúa con la lucha de Elvira por mantener y enriquecer su señorío, para terminar con la toma de hábitos del que, según el autor, sería el primer conde de Belalcázar, Gutierre de Sotomayor, que pasaría a la historia como Fray Juan de la Puebla.
También en 2006 se puso en escena El Gran Capitán, alcaide de Santaella gracias a más de doscientos vecinos de la localidad que da nombre a esa representación. El autor, Rafael Ruiz González, recreó en dos actos la rendición de la antigua aljama árabe de Shant´Yala a los ejércitos castellanos del rey Fernando III El Santo, acaecida en 1241; y los sucesos de 1474, cuando don Gonzalo Fernández de Córdoba, futuro Gran Capitán, y su esposa doña Isabel de Sotomayor, fueron apresados por una traición de su primo don Diego para ser posteriormente liberados.
DEL PUEBLO POR EL PUEBLO.
El grupo de teatro La Tramoya de Fuente Obejuna se ha convertido en una cantera de actores perfecta para representar la inmortal obra de Lope de Vega. Rafael Castillejo, que en este año dará vida al Maestre, es un ejemplo de ello. Rafael, un estudiante de 17 años, ya ha sido figurante en ediciones anteriores de Fuenteovejuna. “Aunque he tenido algo de experiencia gracias a La Tramoya, prefería que, en mi primera intervención en un papel con diálogo, mi personaje no tuviera que hablar mucho. Lo afronto con mucha ilusión”, explica. También pasó por La Tramoya Marisa Rodríguez, que ahora forma parte de la Asociación Cultural Atreyu, “con la que hemos hecho varias adaptaciones de a obra, llevándola incluso hasta tierras catalanas”. Marisa, de 28 años y diseñadora gráfica, se meterá este agosto en la piel de Jacinta. “Es el único personaje femenino que me queda por intepretar”, destaca. En la representación de Fuenteovejuna del año 2000, también con Fernando Rojas como director, fue Laurencia, el personaje femenino principal. “Este año nos hemos presentado mucha gente para los personajes principales y creo que está bien que esos papeles los interprete gente nueva, ya que siempre tendrá algo diferente que aportar”, asevera.
Fernando Rojas ha querido que este año Laurencia sea Ana Molina, una arquitecta de 27 años, quien asegura que “puede que a algunos la concesión de papeles nos haya pillado un poco verdes; no obstante, el director y su equipo te ayudan bastante, te mastican las frases para que las entiendas”. Ana tampoco es nueva en la obra ; fue Pascuala en 1997. “El hecho de que seas Laurencia o Pascuala es secundario, porque el verdadero protagonista de la obra es el pueblo”, anota, a la par que aboga por que “Fuenteovejuna siga traspasando lo meramente municipal y provincial y sea un reclamo turístico nacional e incluso internacional”. A Ana le dará este año la réplica Fernando Murillo, un estanquero de 33 años que interpreta al Comendador y que también ha hecho sus pinitos artísticos en La Tramoya. “Me ha sorprendido que Fernando me haya dado este papel. Era la primera vez que me presentaba al casting, ya que en otras ocasiones trabajaba por la noche y me era imposible”. Su experiencia en las tablas le dice, al igual que a sus compañeros, que “a pesar de que no soy actor profesional, no creo que sienta la mirada de más de 2.000 personas pendientes de lo que hago. Me tengo que meter tanto en el papel que no seré Fernando Murillo, sino el Comendador, y a mis compañeros les pasará igual”. A todos ellos los acompañarán en los papeles principales Silvia Mellado, como Pascuala; Francisco Pulgarín, como Frondoso; José García, como Mengo, y Ángel Luis Martín, como Flores.
Todos tienen el mérito de haberle regalado el tiempo libre de su verano a sus personajes, “con innumerables ensayos que suman muchas horas, pero cuyo resultado merece muy mucho la pena”, sentencia Marisa. (FCO. JAVIER CANTADOR)