El núcleo de población mellariense de Ojuelos Altos es cada vez más visitado gracias a la Fiesta de la Siega, de la que este fin de semana se celebró su novena edición y en la que se recupera una tradición agrícola, como reclamo turístico
Más tarde de la que era, hace años, la hora habitual y tras un carro tirado por mulas, una veintena de segadores marchaba ayer hasta el paraje conocido como «El Cerro», en la aldea de Ojuelos Altos. Participaban en el concurso comarcal de esta labor agrícola y algunos como José Ortiz, de 84 años y Bautista González, de 78, lo hacían por noveno año consecutivo, desde los orígenes de esta fiesta que congrega a público de toda la comarca entorno a ella.
Antes y en su primer acto público la alcaldesa, Silvia Mellado se dirigió a los vecinos, a los que ofreció «todo el apoyo que necesitéis del Ayuntamiento, para seguir fomentando esta actividad tan importante económica y turísticamente».
Depositada la mies en la era y tras proceder al trillo, la degustación de una paella y el posterior descanso antecedían al abentado de la palva y el envasado del trigo en costales. Al final de la jornada, entre las personas que más disfrutaron de una fiesta en la hubo cortadores de jamón, venta de artesanía, de productos de la tierra, cante y baile flamenco, seguramente fueron los veteranos Bautista y José, ganadores del premio a los mejores segadores. El domingo se elaboraó, coció pan en el horno de la aldea y se obsequió con un perico a los asistentes. Fue antes de la misa en honor a San Antonio y de la matiné amenizada por Frank Sensación, actividades que completaron la exposición de Manuel Rubiano.
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