El biólogo mellariense Francisco Javier Molina trabaja en el centro de Ciencias de la Vida y la Alimentación de Weihenstephan, de Freising
Francisco Javier Molina Hidalgo nació en Fuente Obejuna, el 31 de julio de 1987. Tras formarse en el colegio público San Sebastián y en el IES Lope de Vega, continúa sus estudios en el centro educativo San José, de la localidad pacense de Villafranca de los Barros, finalizándolos en la Universidad de Córdoba, donde se licencia en Biología, por la que es máster en Biotecnología celular, molecular y genética.
En la actualidad, el joven estudia su doctorado en el departamento de Bioquímica y Biología Molecular y está contratado con cargo al proyecto denominado Biología molecular de la maduración del fruto de la fresa. El objetivo del grupo, que dirige el profesor Juan Muñoz Blanco, es el de «dilucidar la función que cumplen los genes involucrados en procesos fisiológicos y vías metabólicas de interés en el proceso de maduración del fruto y que determinan su calidad, mediante técnicas de biología molecular‡», explica Francisco Javier. Se encuentra en estos momentos en la localidad de Freising, que está a unos 40 kilómetros de la ciudad bávara de Munich. Realiza, durante 3 meses, su estancia en el Centro de Ciencias de la Vida y la Alimentación (Weihenstephan), que pertenece a la Universidad Técnica de Munich.
El director de su grupo, denominado Biotecnología de Productos Naturales, es el profesor doctor Wilfrield Schwab y tanto él como el resto de sus integrantes, cuentan con un amplio currículo como especialistas en biología química analítica.
Pero ¿qué es lo que hace concretamente este mellariense en Alemania? El biólogo explica que «mi trabajo está enfocado a la caracterización funcional de una enzima importante en el desarrollo del fruto de la fresa», función que lleva a cabo «a través de la producción de la proteína y probando distintos potenciales sustratos sobre los que puede actuar», así como – añade Molina – «mediante la manipulación genética de plantas de fresa, para luego analizar las posibles variaciones en los compuestos del fruto».
Este joven forma parte de un grupo que él mismo define como «bastante internacional», integrado por «compañeros que residen en diferentes regiones de Alemania y de países como Tailandia, Indonesia, China y Túnez». Con los que se comunica «bastante bien en inglés» porque, explica, «lo más difícil a la hora de adaptarse es el idioma, ya que aún no domino correctamente el alemán y no todo el mundo aquí habla inglés», situación que, sin embargo, no plantea demasiados problemas a este científico, quien destaca que «la gente aquí es muy amable y hospitalaria». Preguntado sobre la opinión alemana acerca de los ciudadanos españoles, el joven subraya que «mis compañeros tienen bastante buen concepto de los españoles».
Lo que más añora este biólogo mellariense es «a la gente que se deja atrás, aunque mantengo contacto con ellos a diario mediante internet» y, aunque lógicamente, en menor grado, señala que «la comida también se echa de menos».
A Francisco Javier, una de las cosas que más le ha llamado la atención es «la abundancia de medios de que disponen aquí, que contrasta de manera clara con la precaria situación que está sufriendo la ciencia en España en estos momentos»; por ello, reconoce que «Alemania es un buen lugar para la formación».
Molina Hidalgo tiene como objetivo «continuar en la carrera investigadora», aunque sabe que «en estos momentos, en España es muy difícil y es necesario salir a otros países para continuar la formación», situación que espera «sea de forma transitoria y que dentro de no mucho tiempo, los investigadores que se están viendo obligados al exilio, puedan regresar a España y reintroducir los conocimientos adquiridos fuera», coincidiendo con quienes pretenden ofrecer profesionalmente lo mejor de ellos donde se formaron.