A don Alfonso Fernández Naranjo.
(Primer bibliotecario del pueblo). IN MEMORIAM
“¡OH RECUERDOS!”
Vivíamos los años sesenta cuando la cárcel de mi pueblo – por mandato del buen alcalde – transfórmese en Biblioteca Convirtiesen así sus celdas – oscuras y mugrientas – en el alma libre de las letras. Cada tarde, -ya nevara, ya lloviera- llegábamos los escolares -fuera otoño o primavera- para en ella acomodarnos. Silencio a su entrada y en la permanencia. Y leíamos apasionados a Tin-Tin, Zipi Zape y Carpanta -con los ojos devorándolos- y cuentos de otras épocas en paisajes lejanos, La imaginación volaba y los sueños creamos. Alfonso nos vigilaba como encargado de ella. Los libros hay que mimarlos -nos repetía con paciencia- y leerlos con avaricia, que guardan entre sus páginas la sabiduría de la Ciencia.
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