Dolores Gómez Torrente

EL ORDENADOR

 

Para no quedarme atrás,

pues siempre he sido muy práctica,

este año he decidido

ir a clases de informática.

Voy contenta el primer día,

la cosa debe ser fácil,

¿por qué no voy a aprenderlo

si hasta los niños lo hacen?

El profesor muy amable

nos enseña a conectarlo

¿sabe algo de ordenadores?

sí señor, yo sé limpiarlos.

Hay un pequeño artilugio

que se le llama ratón,

y moviéndolo con gracia,

el puede con casi tó.

Le pongo la mano encima

y le doy un buen meneo,

pero así no pasa nada,

hay que utilizar el dedo.

Al principio esto cortada,

y lo miro con recelo,

pero dice el profesor

que trabajemos sin miedo.

No se estropea tan fácil

lo más que puede pasar,

es que me salgo de un sitio,

y después no sepa entrar.

Perdiendo el miedo al cacharro,

es cuestión de practicar,

y me meto encada jardín,

de donde no sé escapar.

Profesor, por favor,

me mira aquí a ver qué pasa,

que ya esto fuer de España,

creo que estoy en la Nasa.

Esos son muy quisquillosos,

y me veo en televisión,

acusada de espionaje

sin saberme una lección.

Voy haciendo todo bien,

ni una vez me he despistado.

¿no será este ratón,

que me salió espabilado?.

Van pasando las semanas,

y debo reconocer,

que para mí la informática,

es hueso duro de roer.

No me veo mucho futuro,

manejando el ordenador,

pero no pienso ceder,

a ése lo domino yo.

Ya verán de aquí a diez años,

como estoy más enterá

no tengo ninguna prisa,

y estoy en muy buena edad.

 

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