Manuel Gómez Burón y María Dolores Caballero Rodríguez han sido nombrados, a título póstumo, hijos adoptivos de Azuaga. Ambos, aunque no nacieron en la localidad, estuvieron muy ligados a ella y en ella dejaron su impronta.
En el juez Manuel Gómez, cuyas cenizas reposan en la sierra de Azuaga, los azuagueños encontraron a una persona cercana que siempre trató de mediar entre los vecinos para que sus problemas no llegaran, paradójicamente, a los juzgados. Gómez Burón abandonó Azuaga en 1978, tras 11 años de ejercicio profesional, pero nunca se desvinculó de la localidad a la que regresó en innumerables ocasiones.
La hermana María Dolores se ganó a los azuagueños en los últimos años de su ejercicio vocacional, tiempo que dedicó a los más necesitados. Esa vocación fue la constante de su vida, primero en Venezuela y luego en España, donde profesó los valores de la congregación del Santo Ángel de la Guarda, a la que pertenecía. La hermana María Dolores será recordada por los vecinos como una persona que lo dio todo, sin pedir nada a cambio. Algo no habitual en los tiempos que corren.