La niebla, el fuego, la matanza… sabores y olores de otros tiempos

Pasaban las nueve de la mañana y una espesa niebla cubría el paraje del albergue de Alcornocal, donde los hombres más madrugadores habían encendido ya dos candelas. En una de ellas se quitaban el frío los asistentes a la tercera edición de la Fiesta de la matanza, la otra se usaría posteriormente para calentar el agua de la limpieza.

Una hora más tarde, y ultimados los preparativos, fue traído el cerdo que, cebado con bellotas y criado por Locri en el campo, alcanzó las 22 arrobas de peso (cada una equivale a 11 kilos y medio).

Tras el sacrificio, comenzaron a llegar las mujeres que, sin embargo, habían empezado su trabajo tres días antes partiendo ajos, cebollas, calabazas, patatas y lo verde, o sea, hierbabuena, cilantro y perejil. Mientras que José Antonio Fernández y Antonio José García terminaban de descarnar al animal una vez quemado el cerdo –que, por cierto, al ser la aulaga especie protegida, hubo de hacerse con el gas de un soplete–, las mujeres lavaban con agua hirviendo los intestinos –que volvían, introduciéndoles un palo– para que estuvieran limpios por ambos lados.

Dentro del refugio, Bartolomé García preparaba un cocido para 150 personas que se pudo degustar gratis, pagando sólo el cuenco de barro en el que sería servido.

Después de analizada convenientemente la carne, se asaron torreznos en la candela. Amelia Núñez, Antonia Benavente, Emilia Paños, Paqui Vicente y Maritere, Rosa, Rafi y Feli García elaboraron las típicas chichillas, embutiendo morcilla de lustre, del año y chorizo.

Hay que decir que los vecinos de Alcornocal se han volcado con la idea puesta en marcha hace ya tres años por Manuel Núñez Dávila, fallecido hace meses. El azar ha querido que tampoco haya podido estar presente en este acto uno de sus hijos, Joaquín Núñez, que se encuentra en el hospital debido a un trasplante renal del que se recupera. Joaquín representa en estos momentos al alcalde en Alcornocal y los miembros de la asociación de vecinos, organizadores junto al Ayuntamiento de este acto, comentan que, además de tenerlo todo preparado, «nos ha dado continuas instrucciones a través del teléfono móvil». Sin duda, estará orgulloso de la fiesta de la matanza 2006, y nos consta, porque así nos lo han adelantado, que está pensando ya en la del año próximo. Allí nos veremos.

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