El recuerdo de Mellaria

Fuente Obejuna se resiste a perder su pasado. Por eso cada dos años vuelve a robarle la vida al comendador que envenenó tantos sueños a mediados del siglo XV. Por eso ha decidido recopilar una pequeña muestra de los testimonios de su ayer en el Museo Histórico, que se inauguró este verano. Al recinto se accede desde la calle San Francisco, a través de la que se llega al patio del convento del mismo nombre. El remozado rostro que presenta contrasta con el aspecto ruinoso de las paredes del inmueble que acogió a la congregación religiosa.

Las piezas arqueológicas que se exhiben -una mínima muestra de las que hay- ocupan las tres naves del antiguo granero del convento. Sus dimensiones reducidas, los colores del ladrillo visto y del enlosado de terracota, y las curvas de las bóvedas de cañón confieren al lugar un aspecto muy acogedor. El espacio se divide en seis salas que hablan de pasado, presente y futuro.

 LEYENDA

En todo el museo está presente la leyenda de la ciudad llamada Mellaria, que surgió en el siglo II antes de Cristo e inició su decadencia en el III de nuestra era. La urbe romana fue citada por Plinio en sus escritos y estaba ubicada en el Cerro Masatrigo, donde se ha detectado presencia humana durante la Prehistoria. Los paneles de la sala primera ofrecen amplia información sobre esta ciudad del pasado, que se completa con datos sobre los pobladores de Fuente Obejuna a lo largo de la historia, así como de los paisajes propios del lugar. Aquí el recorrido histórico se ilustra con el escudo nobiliario del linaje de los Tenes, una inscripción romana dedicada a Sempronio y una colección de monedas que indican la relación que existía entre la minería y la agricultura y la relevancia del comercio. La importancia de estas actuaciones a lo largo del tiempo puede verse en otra vitrina.

La siguiente sala se recrea más en los restos arqueológicos. Al fondo llama la atención la ilustración de un guerrero, con la que se pretende mostrar al visitante cómo era la persona a la que pertenecía el fragmento de un pie izquierdo que yace a su lado. Se trata del resto de una escultura monumental del siglo I realizada en mármol, material muy escaso en la zona y símbolo de ostentación.

En el lado derecho de la estancia está una de las piezas más importantes del museo por su significado. Restos del specus o canal del acueducto romano -siglo II- que abastecía a Mellaria han llegado a nuestros días y se exhiben en este granero. La conducción, de diez kilómetros de longitud y una anchura de 18 y 40 centímetros, transportaba el agua desde la Fuente de la Quicla hasta el embalse de San Pedro. El lugar de donde manaba el líquido elemento era conocido como Fons Mellaria en época romana y Aqua Bortora en la árabe. La dulzura de estas aguas pudo influir en la palabra Mellaria, aunque hay quienes opinan que este nombre está relacionado con la apicultura, actividad que pudo tener cierta relevancia en la zona.

El resto de la estancia se completa con elementos propios de la construcción, entre los que destacan los de granito, material que se fabricaba en los talleres de Mellaria. Así, se pueden ver basas de pilastra de granito, pavimentos de barro cocido, arquetas de desagüe de plomo y fragmentos de decoración arquitectónica en mármol blanco. Los paneles aluden al abastecimiento del agua y a la arqueología en general.

La arqueología sigue presente en la sala tercera, que más que las distintas épocas históricas muestra a través de diferentes piezas los modos de vida de los pobladores de Fuente Obejuna y las principales actividades económicas a las que se dedicaban. Los paneles nos adentran en un mundo basado en la agricultura, ganadería, artesanía y comercio, pero que desde antes de la dominación romana destacaba por la minería gracias a la situación geográfica de la localidad y a la abundancia de cobre y plomo argentífero.

En época romana hubo un importante yacimiento, el Cerro de Masatrigo -germen de Mellaria-, pero es quizá el de La Loba, explotado desde antes, el que tiene todos los méritos para no sucumbir al olvido. El yacimiento de La Loba contó con edificaciones a su alrededor que sirvieron de almacenes y de talleres. En un cerro cercano estaban las viviendas de los mineros.

La primera vitrina de la sala exhibe materiales prehistóricos y piedras de molino que aluden a la agricultura y ganadería. El comercio está representado en los cuellos y cuerpos de ánforas que se empleaban para transportar vino, aceite y salazones, mientras que la artesanía pervive a través de los dedales musulmanes con los que se trabajaba en el cuero. La minería está presente en distintas urnas por medio de martillos, clavos, picos de hierro, pesas y lingotes de plomo y precintos, entre otros múltiples objetos.

 VIDA COTIDIANA

El recuerdo de la vida cotidiana llega con la cerámica de distintas épocas, desde la elaborada en la Edad del Bronce, pasando por la ibérica, las campaniense y terra sigillata romanas hasta llegar a la visigoda; un reflejo, fichas de juego, amuletos fálicos y llaves, entre otras piezas que aluden al hogar. Después está representada la guerra por hachas, puntas de flecha y de lanza y glandes de plomo. El aspecto ornamental lo proporcionan pasadores, anillos, zarcillos y hebillas de cinturón, como la visigoda que ha inspirado el anagrama del museo.

Por último, una vitrina muestra monedas y billetes más recientes de la desaparecida peseta. Las piezas de esta vitrina serán sustituidas por otras que ahora están almacenadas con la intención de conferirle al museo más movilidad.

 VIDA Y MUERTE

La muerte tiene su propio espacio en este museo. La sala cuatro se adentra en el más allá a través de distintas lápidas de diferentes épocas, de la tapa de un sarcófago romano de plomo decorado procedente de Mellaria y de la maqueta de un dolmen calcolítico de la finca de Los Delgados conocido como El Dorado, en el que se halló un rico ajuar funerario que no se exhibe en este espacio expositivo.

La historia de Fuente Obejuna se detuvo en la madrugada del 23 de abril de 1476 cuando el pueblo entero decidió matar al comendador de Calatrava Fernán Gómez de Guzmán y responsabilizarse de su muerte. El hecho histórico que inmortalizó Lope de Vega en Fuenteovejuna no es fácil de olvidar, por eso el museo lo rememora a través de algunos trajes utilizados en la última representación de la obra. Las figuras de los Reyes, del comendador, de Frondoso, de Laurencia y de dos pajes ocupan la sala quinta junto a fotografías de las escenificaciones que tradicionalmente se han llevado a cabo en la plaza del pueblo durante los años, 1935,1956 y 1962.

El recorrido culmina en el aula didáctica, en la que se llevarán a cabo actividades de todo tipo. De momento se expone la maqueta de un reloj del convento de los franciscanos, que recuerda que el tiempo puede detenerse, pero después pasa haciendo historia. Como la de Mellaria.

 EL EDIFICIO

El convento fue construido en 1595. Los franciscanos gozaron de gran prestigio, sobre todo en el siglo XVIII, momento en el que impartieron Teología Moral, Filosofía, Artes y Teología. La decadencia del edificio comenzó tras la desamortización de Mendizábal en 1835, fecha en la que los franciscanos tuvieron que abandonarlo, aunque regresaron en 1898 con la idea de construir otro. Pero las cosas no fueron bien y en la década de los treinta del XX la congregación inició su declive hasta desaparecer en la localidad con la Guerra Civil.

 ORIGEN

La idea de aglutinar el pasado de los mellarienses no es nueva y después de germinar durante varios años comenzó a ser una realidad hace dos cuando la actual Corporación municipal se puso en contacto con el grupo Alminar Sur. Para montar el museo que abrió sus puertas el 14 de julio de este año la empresa ha contado con la colaboración del arqueólogo Juan Bautista Carpio Dueñas y con una colección de piezas que poseía el Ayuntamiento más las donadas por particulares. Según la gerente de Alminar Sur, Marián Domínguez, más que el valor de los fondos importa la historia que cuentan. El objetivo que han perseguido los diseñadores de la muestra es concienciar a los visitantes de la relevancia del patrimonio mellariense. Para visitarlo hay que dirigirse al ayuntamiento -957584020-.

“En la sala segunda destaca el fragmento del canal que abastecía de agua Mellaria”.

“La colección de monedas permite realizar un completo recorrido por la historia”.

“El yacimiento minero de La Loba tiene todos los méritos para no sucumbir al olvido”.

“El recorrido culmina en el aula didáctica, en la que se llevarán a cabo actividades de todo tipo”. (Isabel Leña)

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