La llegada del sábado, como viene siendo habitual, congregó en la feria de Fuente Obejuna a muchísimos vecinos de las aldeas que hicieron que el recinto consiguiese un aspecto inmejorable, a pesar de que la temperatura que se vivió durante la noche era impropia del mes de agosto. Lo que ocurre es que en Fuente Obejuna están acostumbrados a esta situación y, por ello, procuran ir protegidos con alguna que otra prenda de vestir. A los que no les afecta nada la bajada de las temperaturas son a los jóvenes que, no dejan de saltar durante la noche en la caseta de la juventud y que son sin duda alguna, los que más tardan en recogerse. No deciden poner el fin de fiesta hasta que el sol no comienza a lucir por el horizonte, entonces, un desfile de cuerpos cansados y zapatos llenos de albero comienzan a abandonar el recinto ferial.
Desde primeras horas de la noche, el recinto ferial comienza a recibir personas que acuden dispuestos a disfrutar de la feria y del excelente programa de actuaciones que se ha elaborado y que convierten a la caseta municipal en el centro de atracción con orquestas de gran calidad con actuaciones de Las Carlotas, y Samba Brasil. El público, que se abarrotaba en el anfiteatro y la pista de la caseta, se divirtió de lo lindo con estos grupos.
Sin embargo, con la llegada de la madrugada, el cambio climático comenzó a hacerse notar obligando a muchos a refugiarse en ropas de abrigo, mientras que otros preferían calentar el cuerpo por dentro con algún que otro bocata caliente en las hamburgueserías de la puerta de la caseta o intentaban la suerte en la tómbola, que constantemente anunciaba que entregaba un nuevo e importante premio y cuya recompensa se veía en la enorme cantidad de papeletas que formaban una alfombra delante de la tómbola.
Después de dar muchas vueltas por la feria, de acompañar a los pequeños a buscar su disfrute en los aparatos mecánicos y montar en la rana loca, antes de dar por terminada la jornada, se hace necesario entonar el cuerpo y aliviarlo del frío con un chocolate y unos churros bien calentitos que nos permitan llegar a casa con mejor ánimo y dispuestos a descansar tras una noche inolvidable. (José Luis Piñol).