Lo que hace el mellariense Antonio Orive en su picadero de Fuente Obejuna no es precisamente el juego infantil que podría evocar el encabezamiento de estas líneas. Se trata del delicado proceso de doma, obediencia y sumisión que transforma un caballo en el perfecto complemento de su jinete, presto a obedecer sus órdenes ya sea en un paseo o en una competición. Y, sin embargo, todo empezó como el sueño de un niño con una afición loca por los caballos, que cristalizó a los 12 años en un curso de equitación en la cercana localidad de Villanueva de Córdoba con el profesor Indalecio Fernández, y que le llevó, ya con 14, a instalar su propio picadero, convirtiéndose también en herrador profesional.
Hoy, Antonio tiene ya 21 años y, a pesar de su juventud, atesora una larga experiencia para, en sus palabras, “meter a los caballos en disciplina, preparándolos para concurso, exhibición y paseo”. Practica todo tipo de doma y realiza exhibiciones de alta escuela. Por su picadero, que consta de 5 boxes -cuadras individuales- y un recinto de 40 por 20 metros, han pasado animales procedentes de toda la comarca y traídos de la vecina Extremadura.
Fundamentalmente trabaja con ejemplares de raza española y, como señala, “la edad óptima para comenzar el adiestramiento de los caballos son los tres años”. El tiempo de doma depende del carácter de cada animal y, también, del objetivo para el que se preparen: “Como mínimo es necesario un año, si nos referimos a exhibición, y algo más de tiempo, si los entrenamos para concurso”, señala Antonio. Entre sus proyectos está la ampliación de la superficie de sus instalaciones y del número de boxes en unos 10 o 12 más.
Antonio Orive realiza también rutas a caballo por el rico y hermoso entorno natural de Fuente Obejuna, pero, sobre todo, es un gran experto en el arte del enganche de carros y en arreglar y adornar los caballos. Una labor, esta última, que hace de forma minuciosa, y que le lleva horas: ducha, engominado, trenzado con madroños, nudos en la cola, redes en las crines…
El precio que cobra depende del servicio prestado, ya que, no es lo mismo adiestrar un caballo para concurso, para exhibición, simplemente alojarlo, o realizar un recorrido con sus ejemplares por las sendas de la comarca.