Ya huele a Navidad. La lotería, los belenes, el olor a romero, el ambiente en general nos está anunciando unas fiestas que siempre han tenido que ser felices, y puede que para un grupo de personas lo sea, pero también ocurre que para otra parte de la especie humana el mensaje de Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo les dice muy poco o nada.
Por aquí, por la Sierra de Córdoba, estas fiestas navideñas se viven de una manera igual o parecida a la de otros pueblos de la provincia, quizás cambien las comidas, los vinos…, pero, por lo demás, es lo mismo. Tanto en Fuente Obejuna como en las catorce aldeas que componen el término municipal, los comportamientos son semejantes.
En estos días se produce el regreso de numerosos familiares y amigos que están fuera, ello hace que se “anime” el pueblo.
El día de Nochebuena es día de estar con la familia, cenar, beber, cantar villancicos… Se respira una especial alegría, tanto en los hogares como en la calle. Las cafeterías, bares y tiendas están mas concurridas, el dinero se mueve más.
La fisonomía del pueblo cambia, a ello también contribuye la instalación, por parte de la Corporación Municipal, de más alumbrado, así como de un pino colocado en la Plaza en la que se dejan oír voces que entonan villancicos. Villancicos que se oirán posteriormente en la Misa del Gallo y en la que se conmemorará, una vez más, el Nacimiento de Cristo.
En Nochevieja la casa se deja, el personal (algunos) cena fuera y se apunta a algunos de los bailes o fiestas que se organizan en discotecas o locales parecidos. Las uvas se pueden tomar o bien en las casas, delante del televisor, o bien en la Plaza, junto al pino, y así, como si nada, entramos en un nuevo año del que se puede esperar algún que otro parabien, y para que la espera se haga más llevadera seguro que los Reyes Magos de Oriente se dejan caer algo. Una parte importante de estas fechas es la gastronomía. En navidades es típico realizar platos especiales que apenas se hacen durante el resto del año. Aquí, en Fuente Obejuna, es tradicional hacer dulces caseros en casi todos los hogares; se hacen los pestiños, las flores, los roscos, perrunillas…; es todo un ritual para el ama de casa y el resto de la familia, unos y otros colaboran a veces en la realización de estos estupendos dulces caseros. Y así, mientras se van haciendo también se saborea el vino de pitarra, que así es como se conoce un vino dulce típico de estas tierras; es un vino elaborado con la cosecha del año y que en su totalidad es consumido en el mismo año.
También en esta zona, por Navidad, es fecha de hacer la matanza. Durante el mes de diciembre, sobro todo, y parte de enero, se matan los cerdos que han sido engordados a lo largo del año. La familia y amigos se juntan para llevar a cabo la matanza. Los hombres y mujeres, previamente a la muerte del animal, han ido preparando todo lo necesario para la posterior elaboración de los productos del cerdo. Así, se preparan los condimentos (ajos, patatas, arroz, calabazas, cebollas, pimentón, hierbabuena, orégano…) y los utensilios (artesas, lebrillos, máquina de picar, máquina de embutir, las tripas de vaca para luego embutir, los cuchillos…). También es tradicional y necesario preparar “las hulagas”, así es como se conocen a unas matas espinosas que sirven para chumascar al cerdo y al rasparlo poder quitarle las cerdas. Ya está todo listo, el animal es sacrificado por el familiar más experto; a partir de ahí empieza todo el laborioso proceso de la matanza que culmina, aproximadamente, al año con la degustación de los ricos jamones de pata negra.