Un año más, cuando llega marzo, y a la hora en que el articulista escribe, revive en su memoria a Marte, el dios romano de la guerra, y en la noche de Madrid, entre un frío de enero y el tiempo que de un día para otro anda algo más cambiante, como acaece en febrero, se le escapa camino de la ciudad de la Mezquita la imagen de la diosa de la Madre Tierra, la frigia Cibeles quien allí queda. Su perfume y el amanecer del mes primero del calendario romano y tercero en el gregoriano casi toca la Primavera, que en la llamada tierra de María Santísima ya apunta. Marzo, entre el invierno y la nueva estación, transita en nuestra ciudad universal con unos mediodías en los que suben las temperaturas, tal vez para anunciarnos que está próxima la llegada del equinoccio, en cuya fecha lo mismo dura el día que la noche. Por estos días los campos andan ya pletóricos de vida y cuando se atrasan en su maduración se afirma que en junio estarán más colmados. Mediando el mes, el astro da a la sombra y la alondra canta, siendo muy sano para el campo el sol más temprano.
Marzo da inicio con la festividad del Ángel de la Guarda, fecha en la que se dice que si llueve en su día la sequía no tarda en llegar. Dicha festividad es muy celebrada en Ampudia de Campos (Palencia), donde los niños «corren la naranja por los campos»; también se festeja en Celanova (Orense), en Prendes (Asturias), o bien en otras localidades como Mecerreyes (Burgos), donde se celebra una curiosa representación en la que el zarragón intenta impedir que los más jóvenes del lugar arrebaten al pequeño rey un gallo de madera. Por san Emeterio y san Celedonio, muy celebrado en Calahorra, ya se cuentan las jornadas que le quedan al invierno, siendo además por estas fechas cuando dan comienzo algunas de nuestras fiestas tradicionales. El día 12, san Gregorio, se celebra con romería y la bendición de los campos en Almunia de san Juan (Huesca). El 13, en la ciudad de Cabra (Córdoba) se conmemora al patrón san Rodrigo con procesión en la que la imagen del mártir egabrense recorre las calles del pueblo. Por santa Matilde, el campo crece, y lo mismo ocurre con el día. Por otra parte, «mientras el mundo sea mundo, el día 15 de marzo será san Raimundo», celebrándose encierros en Fitero (Navarra), y fiestas de lo más diverso en Leciñena (Zaragoza) o en la onubense Palos de la Frontera, donde se recuerda la llegada de dos de las tres carabelas a su célebre puerto. San José, el día 19, es celebrado en toda España, siendo en el antiguo reino de Valencia donde tienen lugar sus más conocidas fallas, entre las que destacan las de su capital, declaradas recientemente Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. En la provincia de Córdoba, la fiesta se ensalza con rituales diversos, entre los que no faltan procesiones, salidas al campo y comidas comunales en algunas localidades como Añora, Cardeña, Baena, Fuente Obejuna, Fuente Carreteros, Fuente Tójar, Montalbán, Pozoblanco, La Rambla, Villafranca, Villaviciosa o El Viso, en el Valle de los Pedroches. En dicha fecha ya se ven las golondrinas en la provincia y, cómo no, las rosas que crecen en nuestros patios.
Por san Filemón, las habas crecen un montón. En Obejo se recuerda a san Benito, con una romería que va hasta la ermita del santo y en la que no falta su tradicional danza del Bachimachía, cuyo origen aún resulta extraño en nuestra tierra. Igualmente, el tiro al gallo era tradicional en la peregrinación, al igual que es la cata de buñuelos a la que invita la hermandad, o el hecho de ponerle dinero al santo por los favores recibidos. Esa misma jornada del 21 nos llega la nueva estación del año. Y a la siguiente, el refrán nos recuerda que «por san Bienvenido la primavera ha venido». Días después, cuando los trigos se encuentran más desarrollados, tiene lugar la celebración de la Anunciación del Ángel a María, de ahí que se diga que «para la Virgen de marzo los trigos crecen un palmo». Son célebres las fiestas de la Encarnación en diversos pueblos de Guadalajara, en Alcántara, Mata de Alcántara y Cabezuela del Valle, en Cáceres, en Dueñas (Palencia), Alturas (Castellón), Castejón del Puente y Rodelcar en Huesca, Torralba de Ribota y Puebla de Alfiden en Zaragoza, Urueña en Valladolid, Villar de Arnedo en La Rioja, entre otras más, siendo en Peal del Becerro (Jaén) donde las jóvenes se visten con sus trajes de pastira; allí se organiza un castillo de antorchas y se pide a la patrona durante la procesión toda suerte de favores, principalmente agua para los campos más secos. A fin de mes se conmemora san Régulo, en el día en el que se retiraban los braseros. Marzo concluye sus festividades con san Benjamín, en una jornada en la que solían guardarse los candiles. Mientras el mes transcurre así, entre celebraciones, la madreselva despierta entre la cal de nuestras paredes para anunciarnos que, otra vez, llegó la Primavera a nuestras vidas.
José Cobo Ruíz Adana.