Unos 300 vecinos recrean su historia en ‘Fuenteovejuna’

Tras el estreno, el montaje se representará diariamente hasta el próximo domingo 21. Una larga ovación premia la labor de los mellarienses, que un año más dan vida al texto de Lope

El momento en que los mellarienses se volvieron hacia el público, que llenó la plaza Lope de Vega, para pronunciar la frase «Fuenteovejuna, da fin», que cierra el espectáculo, fue correspondido por los espectadores «todos a una», dedicando el más largo y cariñoso de los aplausos al director de la obra, Ángel Luis Martín Fernández, y a todas las personas que habían aportado su granito de arena para poder llevarla a cabo, más de 300 vecinos. Atrás quedaban horas de ensayo, de «abandonar» temporalmente otras aficiones, algunas obligaciones y, un poco, a las propias familias. Tanto, que podría casi decirse que algunos prácticamente han vivido en la plaza durante las últimas semanas. No es de extrañar pues, las lágrimas de emoción de la alcaldesa de Fuente Obejuna, Silvia Mellado, cuando en el ensayo general, encarnando un personaje de pueblo, vio como el público aplaudía ya puesto en pie. La regidora volverá a participar en Fuenteovejuna –que se llevará a escena hasta el domingo 21– los días en que sus obligaciones como primera edil se lo permitan.

A las colas en taquilla, se unían ayer las del Palacete Modernista -que se prolongan hasta la calle-para la adquisición de las localidades, mientras los más rezagados aún buscaban alojamiento y los medios de comunicación se acercaban hasta la localidad para cubrir un evento de ámbito nacional. Dos exposiciones fotográficas hacen más agradable la espera en el mencionado edificio.

En Fuenteovejuna, podría decirse que los mellarienses colaboran, unidos, cada uno en lo que sabe hacer. Por ello, a la espectacularidad de las puestas en escena se une la belleza de sus calles principales, gracias a los pendones que han pintado los miembros de la asociación juvenil. Estas banderan marcan el camino hacia la plaza y delimitan el mercado medieval en donde los industriales y artesanos ofertan lo mejor del término municipal y donde las personas que se desplacen hasta la localidad, encontrarán servicio de repostería.

En Fuenteovejuna no hay límite de edad, la participante más pequeña tiene 20 meses y su nombre es Paula Romero Rivera. Entre las mayores encontramos a Amparo Hidalgo, que, con 85 años cumplidos, ha participado en todas las representaciones anteriores. Colectivos como la peña hípica Virgen de Gracia resultan fundamentales en esta puesta en escena. Además de conseguir que los caballos obedezcan todas las indicaciones del director, sus integrantes enseñan equitación a los personajes que aparecerán en escena a lomos de un equino. Además, adornan a sus animales, que poseen su propio «vestuario», al igual que el de los galgos Capitán, Pirata y el perro pastor Maná, que, adiestrado por José Cáceres, juega un importante papel en la batalla.

Precisamente, en la lucha participan en esta edición un buen número de jóvenes, que han tenido el privilegio de aprender de manos del actor mellariense Luis Miguel Molina, especialista en esgrima escénica. No menos importante es el papel que realiza la banda, interpretando en directo la música compuesta por José Manuel Hierro y arreglada por el director, Salvador Balaguer. Bellísimo el momento en el que el cantaor Eusebio Medina hace que se escuche «Al val de Fuenteovejuna».

Y como una boda sin baile no es una boda, la representación también cuenta con una coreografía que lleva a cabo un grupo de mujeres y que ha sido realizada por Mariola Benavente, María Dolores Capilla, Meli Gahete y María Dolores Alcázar.

De buenos anfitriones es el ofrecer un buen recibimiento. Para ello, otro grupo de actores se encarga de que desde que el público ocupa su localidad hasta que da comienzo el espectáculo, la espera sea más amena dando ambiente a la plaza con risas y canciones. Muy buena aceptación obtuvo otra de las novedades, debido a que gracias al «mapping» las escenas de los Reyes Católicos y la de la junta pudieron verse en los lugares en que se produjeron.

Los nervios también estuvieron presentes en el ensayo general. Más acentuados, lógicamente, en los personajes de reparto. Paseos, ejercicios de respiración, tomar agua y abrazarse a compañeros con los que se habían compartido tantos buenos y regulares momentos ayudaban a combatirlos. Muchos motivos no tenían debido a que, además de haber recibido las instrucciones del director, Ángel Luis Martín, habían contado con las de la actriz Mónica Mayén, que les había ayudado de cara a sus respectivas interpretaciones. Ayer en Fuente Obejuna los mellarienses ofrecieron lo mejor de sí mismos y junto a las personas que se vieron en escena, estuvieron regidoras, peluqueras, costureras, encargadas de vestuario, de movimiento de escenografía, etcétera, trabajo que fue reconocido y premiado con la mejor de las recompensas, el aplauso del público.

Porque Fuenteovejuna no es sino la vida misma, una vida en la que se intercalan los buenos y malos momentos, en la que no todo es felicidad, pero en la que, afortunadamente, tampoco la pena, la injusticia y el sufrimiento, son eternos. Lope muestra en ella lo mejor y lo peor de una sociedad que, a veces, parece que no ha cambiado tanto.

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