Concluidos los preparativos, llegó el día de la matanza en Alcornocal. Los hombres, más madrugadores,se reúnen alrededor de las ocho y media, han caído unos copos de nieve y la temperatura es de tres grados bajo cero. La presencia de los primeros visitantes se premia con pestiños elaborados por una vecina de la aldea y una copita de anís. Tras las palabras pronunciadas por la alcaldesa, Isabel Cabezas y por el presidente de la asociación, Manuel Moreno, la banda de música toca el himno y llega el sacrificio del animal, una hembra que, con alrededor de 12 arrobas,fue donada por Juan Moyano. Un buen número de asistentes observa el despiece, que graban y fotografían, otros pasean por los puestos instalados, en los que se muestran productos derivados del cerdo, pan, dulces, barquillos, artesanía, mientras que los más pequeños disfrutan en el rincón infantil . Comienza el taller de elaboración de embutidos, en el que las personas que lo desean aprenden cómo se hace el chorizo y la morcilla bajo las indicaciones de Pilar Ledesma, Inma Cuesta, Argimira Durán, Emilia Monterroso, Feli García y Andrea Segao, vecinas que asarán a la brasa el resto de la carne, ofreciéndola para su degustación. Tras las migas, exhibición de cetrería, copla con Beatriz Zafra y después baile amenizado por Cal y Canto. Porque Alcornocal, es la aldea mellariense de la matanza, y así fue el pasado sábado.
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