Luis Limón es un artesano licenciado en violín y música de cámara
«He conjugado mi afición por las manualidades con mi profesión, mi meta sería poder dedicarme exclusivamente a la luthería y vivir de ello»
Reside en el núcleo de población mellariense de La Cardenchosa desde el año 2004, cuando se alejó «del bullicio de Madrid», su ciudad natal y en la que llegó a dirigir su propia escuela de música. Luis Limón Díaz, amante de las manualidades, asistió entre 2008 y 2009 a un taller de carpintería, impartido por el artesano y tallista Omé Blanca, en el que descubre su pasión por la luthería. Allí construyó sus dos primeros violines. Desde ese momento, este músico se formó en cursos de prestigiosos luthieres, como el inglés Derek Robert o el valenciano Sergi Martí. Investiga también en internet, pero ante todo este músico se considera autodidacta.
Limón, que es el profesor de la escuela de música en las aldeas, realiza «instrumentos que pertenecen al cuarteto de cuerda clásico», es decir, violines, violas y violonchelos. Especifica que «no repara instrumentos» y tarda entre dos y dos meses y medio en finalizar cada uno. Emplea maderas nobles adquiridas en Italia y que cuentan con unas características especiales: «Se cortan en una época determinada del año, pertenecen a especies muy concretas como el abeto, para la tapa de resonancia; el arce, con la que realiza la espalda, los laterales y el puño; y el ébano, en el diapasón y la cejilla» y todo completamente a mano.
Luis Limón fabrica hasta su propio barniz, cuya textura es muy importante debido a que «el equilibrio entre la elasticidad y la rigidez del mismo influye mucho en el resultado sonoro final», explica. Del mismo dependerán la protección del instrumento, su estética y la vibración adecuada, fundamentales junto «al montaje del puente y del alma, vertical que se coloca muy cerca de una de las partes del puente, refuerza la madera y transmite las vibraciones de la parte de arriba a la de abajo». Profesionales como el profesor del conservatorio de Segovia Juan Luis Gallego, el de Salamanca que fue concertino de la Orquesta Nacional de España, Andrei Frolov; o el concertista de violín y también profesor, en este caso en el conservatorio superior madrileño, Manuel Guillén, se han sorprendido por las cualidades de sus instrumentos.
Limón Díaz es uno de los escasos luthieres de la provincia. Para él, el instrumento más complejo a la hora de su construcción es el violín «ya que todo en él es más meticuloso, más minucioso». No duda de que en su afición ha influido notablemente en su profesión: «Si yo no hubiera sido violinista, probablemente no me habría nacido este hobby y gracias a ello, en la realización de los instrumentos, sé concretamente lo que busco», explica. El músico tiene su taller en La Cardenchosa, donde vive junto a su mujer, María del Mar y sus pequeños, Valentina y Martín. Luis, feliz rodeado de madera e instrumentos, reconoce que ha tenido «mucha suerte por la comprensión, el apoyo y la confianza que ha depositado en mí mi pareja».