Juan Luis León es hijo de un labrador que trabajaba con ganado equino y que recuerda que, «al igual que hoy hay uno o dos coches en cada casa, antes había burros, mulas o caballos». Este mellariense cifra en 300 las cabezas que podría haber en Fuente Obejuna a finales de los años 50 y 60, animales utilizados para desplazarse hasta el campo y «para todas las labores, la carga, tirar de un carro o arar».
En la actualidad, Juan Luis cría –y conserva– 25 animales, aunque para ello tenga que tener alquilado terreno lindante al suyo propio, donde sus 12 asnos, tres mulas y 10 yeguas viven libremente. La raza de sus burros es la andaluza, que tiene como características principales «el pelo rucio claro, la docilidad, belleza, bondad y resistencia», pero también la lamentable escasez de ejemplares, de ahí la relevancia de que este mellariense se dedique a conservarlos. Juan Luis explica que tras el destete de las crías, que suele suceder en torno a los cinco meses de su nacimiento, estas se venden para utilizarse, por ejemplo, «en la saca del corcho de terrenos muy quebrados», como los existentes en Constantina o Posadas, lugares desde donde son adquiridos actualmente, ya que «en la comarca no hay corcho».
Desgraciadamente y aunque sus animales son admirados por curiosos que, observándolos al circular por la carretera, desean visitarlos en la finca, la venta de los equinos tampoco pasa por buen momento y esto, unido al elevado coste de su manutención, hace que Juan Luis manifieste que «tener hoy un burro es un artículo de lujo, es como quien tiene un perro, que no le deja nada», por lo que afirma con tristeza que se verá obligado a abandonar esta labor.
Si ocurre, será una verdadera lástima no poder disfrutar de la belleza de estos animales y tener que recordarlos mediante fotografías.