En el periódico del Valle del Guadiato editado en Peñarroya-Pueblonuevo, cuyo título es «El Periódico», en el número 239, correspondiente al mes de Febrero del año 2012, ha participado una de los miembros del Club de Lectura con una narración titulada:
A ROSA CARMEN
(La rosa que nos embriagó y nos dejó su aroma)
En este Día de la Mujer Trabajadora, mis recuerdos van dirigidos a Rosa Carmen, una gran persona, de las que hay muy pocas, ya que si hubieran más como ella, el mundo sería mucho mejor.
Era la menor de ocho hermanos; la recuerda siempre como si hubiera sido hija única, ya que sus hermanos (mucho mayores que ella), emigraron y se quedó sola al cuido de sus padres y tío.
Su madre era una persona afable, de la cual ella aprendió mucho, ya que siempre estaba dispuesta a dar buenos consejos, era servicial y abnegada en aquellos años muy duros y difíciles que transcurrían con ocho hijos a los que sacar adelante.
Rosa era mujer muy trabajadora, polifacética, valiente y jovial; igual que el río que va dejando a su paso un inmenso caudal de agua y vida para saciar la sed de los campos y facilitar lo mejor de sí a quienes se acercan a él, dejando una huella indeleble por su recorrido. Ella con su comportamiento, con su trato y predisposición, también nos dejó una gran huella a todos los que tuvimos la suerte de conocerla.
Sentía un gran cariño por los animales, por la naturaleza y especialmente por su pueblo, que la vio nacer, crecer y morir.
Los primeros recuerdos que poseo de ella, era cuando con unos diez u once años, comencé a asistir a clase en las antiguas escuelas de Posadilla, ubicadas junto a la carretera. Ella asistía a las clases de parvulario en la calle Zarco.
Tras pasar los años, nuestros caminos se cruzaron nuevamente, cuando un grupo de jóvenes comenzamos a estudiar bachiller por libre, examinándonos en el instituto de esta villa.
Rosa también trabajó en Barcelona durante dos años, regresando para estudiar administrativo, momentos en los que nuevamente se unieron nuestros caminos y se consolidó nuestra amistad.
Durante aquellos años, los fines de semana y vacaciones de Navidad, los aprovechábamos para recoger aceitunas. Recuerdo con nostalgia aquellas mañanas gélidas, donde la escarcha lo cubría todo y el frio era tan grande, que nos alegrábamos cuando los rayos de sol, abrían un nuevo día lleno de trabajo.
De vuelta a casa su madre nos ofrecía café, que acompañaba con dulces que tomábamos al calor de la candela de su hogar.
Con el transcurrir de los años, Rosa (siempre tan emprendedora), se dedicó a diversas actividades; entre ellas, la de promover una granja de conejos, que cuidaba con esmero y sacrificio; igualmente trabajaba un huerto que se encontraba junto a su casa de las antiguas eras, para su sustento y el de sus animales.
Mujer preocupada por su pueblo y sus vecinos, durante algún tiempo, fue alcaldesa de Posadilla, realizando dentro de las limitaciones que conlleva este cargo en una pequeña aldea, una gran labor social y humanitaria con todos sus vecinos.
Aunque vivía sola, era una mujer feliz, que siempre estaba amparada por los vecinos y amigos.
Hace algún tiempo partió prematuramente hacia otros horizontes, dejándonos con su grato recuerdo.
Por ello, quiero aprovechar el día de hoy, para evocar la memoria de esta mujer luchadora, que tras la muerte de sus padres supo hacerse fuerte a su soledad, a su trabajo, a su lucha por los demás y en sus últimos momentos a una lucha silenciosa con una enfermedad que se la llevó de nuestro lado para siempre, que aunque nos la ha arrebatado, nunca nos podrá borrar el recuerdo y el amor que dejó en nuestros corazones.
Hasta siempre Rosa…
MªNieves Mellado Caballero