Teresa Casado Montenegro. (Cuentos, Poesías)

Teresa Casado Montenegro

 EL PERRITO CACHIRULO

 

Soy un perrito muy pequeñito y me tienen todo el día en casa metido, y cuando me sacan, es cogido de la correa; estoy cansado de esta vida que llevo.

Me voy a esconder detrás de ese mueble y cuando abran la puerta me escapo.

Viene la vecina. !Ésta es la mía!. Hala, me escapé!;— tengo ganas de hacer pis. Ahora me lo hago en la puerta de la vecina que tanto me hace rabiar.

Ay! !que bruta, me ha pegado un puntapiés y me ha dicho chuchoooo…!. Si ella sabe que me llamo “Cachirulo”.

Parece que hace frío, voy a echar una carrera, por la acera, así no me pillan los coches, por esta calle, ahora por ésta, ahora por la otra de enfrente, y ahora me voy a ese parque.

Andaaa, está ahí el perro ese grande que siempre me quiere morder. ¿Dónde me meto?; aquí en estas flores no me ve. No se va, y me estoy quedando helado. Uff… Menos mal que se ha ido.

Es ya de noche y estoy tiritando de frío.  Tengo hambre, y ¿dónde como yo ahora?, aquí no hay comida.

Voy a ver por esta calle; Uhhh… aquí huele bien, y se  ven mesas con comida, pero hay mucha gente.

¿Como voy a comer yo?. Voy a ver si se descuidan y miran para otro lado, me subo en la silla y me llevo una salchicha-…. me gustan tantooo…

¡Ay, ay ! Que tortazo me han pegado, si yo sólo quería comer, “que tengo hambre”.

No se que voy a hacer, me he perdido y no se ir a casa. Ya es de noche, !Qué miedo tengo!. Me meteré en esta puerta.

Ya es de día, estoy helado y no he podido dormir nada…¡Qué desgraciado!, con lo calentito que estaba yo en mi alfombra.

¡Ay!, esa es Juanita, me está buscando, ¡Qué alegría tan grande! (Guauu, Guauuu)

Prometo que no me volveré a escapar.

 

 

VIRGEN DE GRACIA

 

Siempre te recordaré

no la olvidaré en la vida;

esa mañana de Abril,

a las claritas del día.

Las campanas repicaban,

repicaban con alegría,

al Rosario de la Aurora,

la Virgen de Gracia,

de la Parroquia salía.

Majestuosa, guapa y linda,

el lucero de la mañana,

de una nube salía;

le fue alumbrando la cara,

esa cara de rosa fina.

Los soldados la llevaban,

por las calles de esta villa;

orgullosos la mecían y la mecían;

rezándole el Padre Nuestro,

cantándole el Ave María.

¡Qué orgullosa iba ella,

la calle Córdoba arriba!.

Una bandada de palomas blancas,

que en los tejados dormían,

volaban bajando el vuelo,

dándole los buenos días.

Era una emoción tan grande,

que en mi pecho no cabía,

lágrimas cristianas,

corrían por mis mejillas.

Fuente Obejuna te adora,

te adora y te necesita,

¡échanos la bendición Virgen de Gracia!,

¡Virgen de Gracia bendita!.

 

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