Alumnos de Fons Mellaria y vecinos de Fuente Obejuna comparten ratos de ocio.
Primando, especialmente, la calidad en cuanto a ponentes y contenidos como es habitual en los seminarios Fons Mellaria desde hace ya 23 años, tras las duras sesiones de los cursos -que a veces no lo son porque en ellas se puede desde apagar un incendio hasta solicitar un puesto de trabajo hablando en inglés–, este año los alumnos han disfrutado principalmente de las actividades paralelas, organizadas por el Ayuntamiento de Fuente Obejuna.
La primera de ellas fue la visita teatralizada a la localidad, puesta en marcha por la nueva asociación denominada Patrimonio de Fuente Obejuna. Vecinos y alumnos conocieron o recordaron la Fuenteovejuna de Lope y a la vez, observaron lugares emblemáticos como la iglesia de San Francisco, el museo, las ermitas del Nazareno y de la Caridad y la parroquia, siendo agasajados con vino de la tierra y embutidos.
Más de un centenar de personas paseó esa noche por las calles mellarienses y hubieran sido muchas más si las dimensiones de los lugares visitados hubieran permitido que entraran todas, aforo que también se vio limitado en la cuarta edición de la cata de vino, en la cual 140 personas recordarán Fons Mellaria cada vez que tengan en sus manos el juego de catavinos que, por gentileza de Enresa, recibieron en una actividad en la que crece la aceptación.
La música fue la protagonista en el ecuador de los cursos y la pusieron los componentes del coro rociero Nuestra Señora de la Esperanza, de Peñarroya-Pueblonuevo. Coordinadoras, profesores y alumnos se desplazaron hasta Cardenchosa, donde escucharon rumbas, sevillanas y sobre todo disfrutaron con el derroche de simpatía de esta agrupación musical.
Ayer se clausuraron los cursos en La Coronada y la música la puso la orquesta Embrujo. Fue noche para despedirse y recordar que el año próximo hay que volver a Fons Mellaria.