Fin de semana cargado en Montoro, Posadas, Córdoba y Fuente Obejuna

Joaquín Garrido ganó el concurso mellariense.

El fin de semana pasado lo comenzábamos el miércoles –para que luego digan que no ha aflojado la temporada- en Montoro. Montoro ha celebrado desde el día 5 hasta el 11 dos festivales y tres recitales, consecuencia de la competencia surgida entre dos peñas flamencas para darse mutuamente en los dientes. Estuvimos en el festival del miércoles, en plena feria y en la Plaza de Toros. Anécdota: el redondel debería haber sido iluminado por seis focos; pero, justamente una hora antes del comienzo, el que llegaba más cerca del escenario se había perdido y se cantó y tocó casi en la penumbra. ¡Menos mal que cantar no es bordar!

En este festival conocí a un joven guitarrista cordobés de unos dieciséis años que le ha salido a su padre en el sentido del compás, en el ímpetu de su aire y en su instinto flamenco; pero joven de hoy, con una disposición para la mecánica, sin abuso de ella, que promete ser otro gran guitarrista. Lo estaba celebrando yo así en la radio y un séneca cordobés me llamó para recordarme que había tocado en una carraca. No me lo decía para realzar aún más los méritos del muchacho sino para frenar mi entusiasmo por el hallazgo. ¡Cosas del senequismo cordobés! Bien, digámosle, desde aquí al padre de Juan Manuel, Juan Muñoz “El Tomate”, que le compre una guitarra a su hijo, aunque como lo tenga que hacer con todos los que tiene –y éste es el mayor- tendrá que comprar ocho guitarras. Valdría la pena hacer una colecta.

Me admiré mucho en Montoro de los progresos rápidos de Diego Ayllón. Le falta todavía desprenderse un poco de su espléndida voz que se le queda agarrada sin resolver airosa en los cantes precisamente de voz y estructura melódica tales como la media granadina. Lo demás de la noche montoreña fue lo conocido: poco público y pelea de los cantaores contra el ángel del frío.

El jueves hubo reunión de pastores porque las ovejas estaban, si no muertas, si dormidas. La directiva de la Asociación Provincial de Peñas Flamencas se reunía en la sede social del Rincón Flamenco. Esa directiva hasta entonces provisional, pasó a ser firme. Lo más bonito es que a pesar de los malos augurios no hubo violencia verbal. Todo el mundo echó un tupido velo a la dejadez anterior y hubo propósito firme en todos de solidaridad y colaboración. Enhorabuena porque creo en ello.

El viernes hubo arreglo de festival en Posadas. Tuve propósito de ir, pero se terció una combinación familiar. Me quedé en Córdoba y recalé en “Albolafia”, un lugar de encuentro para noctámbulos que buscan seguir la fiesta con espíritu local de cordobesismo cascabelero. Allí estábamos todos. Encontré a varios artistas a los que la simpatía de los “albolafios” hicieron salir a la palestra, pero encontré, por tales artes, a una gaditana simpática y flamenquísima, con las excelencias técnicas de su Cádiz y con la voz que apunta al cielo sin dejar de pisar la tierra. La Terremoto de Cádiz le llaman. Tomen nota los cazadores de novedades.

Y el sábado, en Fuente Obejuna. Tercer concurso que organiza el Ayuntamiento con unas ganas enormes de cederle la responsabilidad, sin abandonar el patrocinio, a una peña flamenca que bien pudiera instituirse para el año próximo. Trece cantaores de nuestra mejor nómina concursátil a por dos premios discretos y uno sin competencia, a pesar de su bisoñez, para el premio local. Cuatro series de tientos, siete de soleares, cinco de alegrías, ocho de seguirillas, una de fandangos, tres de malagueñas, site granaínas con sus correspondientes “medias”,-porque en los concursos nada se queda atrás-, una serrana, tres de peteneras, una de tarantos, una caña y otra colombiana constan en mi recuento, que puntualizó por terciar en una apuesta y para la estadística competitiva. Siguen ganando las seguirillas, seguidas muy de cerca de las soleares, y de un corto tiempo a esta parte, por las granaínas. Ah, como regalo, a la hora de recoger el primer premio, Joaquín Garrido cantó a farruca; el segundo premio, Manuel García “Morenín” no dio regalos porque le esperaba una cacería; y el local, Rafael Santiago “El Pajarillo” se comportó como tal recordando a Pepe Marchena que es lo que los mellarienses camelaban. Por eso me admira más el comportamiento del público durante cinco horas y media de audición de cante sobrio, austero y seco, con una fuerte tendencia a la brillantez canora que buscaba más a ese público que el Jurado.

Merengue de Córdoba fue el héroe de esta jornada que terminó con un aplauso al Jurado. Previamente, fue ovacionado Merengue, único acompañante con el mismo entusiasmo, con la misma atención, con el mismo rigor –profesionalismo en todo- durante cinco horas y media netas. Única guitarra de la noche para que se hiciese bueno el dicho de “En Fuente Obejuna, todos a una”. (Corresponsales)

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