La doble brecha digital y rural

Videoconferencia de profesores del colegio rural Maestro José Alcolea. – EVA MARÍA HERAS

Desde el 16 de marzo, los colegios se mantienen cerrados y las clases se realizan a distancia. El estado de alarma decretado por la pandemia obligó a profesores y alumnos a adaptarse a una situación nunca vista, que ha sido especialmente difícil de llevar en muchos pueblos, afectados por una doble brecha digital y rural. Rosario Mazo, directora del CPR Ana de Charpentier de Aldea Quintana (La Carlota) y coordinadora provincial de las escuelas rurales, asegura que aunque las pequeñas escuelas de los pueblos, en cuyas aulas conviven niños de distintas edades, tienen la ventaja de contar con poco alumnado y una enseñanza más personalizada, el contexto actual ha obligado a los padres y madres a hacer un sobreesfuerzo y ahora «las familias están agotadas». Según su relato, «los maestros hemos trabajado con móvil, whatssap o cualquier método para intentar salvar las dificultades de acceso a internet o la falta de ordenadores o tablets», pero a eso se suma la exigencia impuesta a los padres de ayudar a sus hijos en sus tareas «cuando muchos no tienen conocimientos para ello o deben compaginar su trabajo en el campo o en otros ámbitos con la educación de sus hijos. Cuanto más alejado del núcleo urbano y menos medios socioeconómicos tenga un alumno, más difícil ha tenido seguir las clases. En esas circunstancias, los maestros han tenido que ser flexibles. «Los niños se adaptan a todo y el próximo curso recuperarán lo que no hayan aprendido, pero los padres están agotados por intentar compaginar sus cargas y la presión de las tecnologías», asegura.

En Rute, el colegio Fuente del Moral es el mayor del municipio, tiene 410 alumnos, parte de ellos procedentes de cortijos diseminados de Rute e Iznájar, según informa M. Padilla. Su director, José Antonio Tejero, reconoce que «toda la comunidad educativa ha tenido que adaptarse a una situación nueva marcada por la falta de contacto directo con el alumnado en el aula, con la dificultad que eso implica para desarrollar la labor pedagógica». Ese distanciamiento se ha evitado «gracias a la implicación de los equipos directivos, maestros, profesores y alumnos, que se han portado de forma ejemplar antes las dificultades que han ido encontrando». Según Tejero, la brecha digital ha obligado, por ejemplo, a localizar uno a uno a los afectados para facilitarles ordenadores del aula de informática. Otra institución que se ha volcado en la educación a distancia ha sido la Escuela Hogar Juan de Dios Giménez, que acoge a un centenar de alumnos de Primaria y Secundaria que usan el centro para estudiar y dormir de lunes a jueves. Son alumnos en situación de vulnerabilidad o de núcleos dispersos que tienen así la oportunidad de ir a clase. Durante la cuarentena, seis profesores han realizado el seguimiento de los niños, explica uno de ellos, José Antonio Pino, que destaca la necesidad que tenían de esta comunicación algunos niños que viven en cortijos aislados y que han contado también con el apoyo de los profesionales de Servicios Sociales para atender otras necesidades familiares.

Isi Agredano, maestras del CPR Maestro José Alcolea de Fuente Obejuna, imparte clases a alumnos de 1º, 2º y 3º de Primaria en La Coronada, que optó el último día de clase por entregar el material y programación para 15 días a los alumnos, según informa Eva M. Heras, por lo que la gran mayoría disponía de los libros o se les hizo llegar después. Según Agredano, no han repartido material informático, ya que «los 70 alumnos se conectaban con los medios a su alcance -sobre todo, teléfonos móviles-» y porque los ordenadores de que disponen son «portátiles antiguos que a veces dan más problemas que soluciones». Agredano destaca también «el enorme esfuerzo que están realizando las familias» para mantener la formación por vía telemática.

Una de las alumnas del colegio, África Cabezas, de 5º de Primaria en Argallón, afirma que prácticamente, no ha notado diferencia alguna, «ya que mi maestra, Antonia Cubero, nos pone todos los ejercicios y siempre sé lo que tengo que hacer; lo único distinto es que no estamos en clase». Su madre, Encarni Benavente, valora que «al tener cada maestro menos alumnos por aula», el contacto sea mucho más cercano.

Corresponsales.

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