Una doctora en la aldea

La doctora María del Carmen Canalejo, con su enfermera, midiendo la presión arterial a una paciente en Ojuelos Altos. – EVA M. HERAS

María del Carmen Canalejo Madueño es médico de familia en varios núcleos de población de Fuente Obejuna, donde trabaja desde hace ya casi trece años.
María del Carmen Canalejo Madueño es uno de los cuatro médicos de familia que trabajan en los catorce núcleos de población de Fuente Obejuna. Doctora desde hace 33 años, el próximo mes de febrero se cumplen 13 desde que llegó a Posadilla. Carmen Canalejo eligió ejercer en las aldeas porque «mi madre es de Alcornocal, me he criado en Belmez y, desde pequeña, he escuchado historias de La Cardenchosa, Los Morenos…». Su cupo abarca a los vecinos de Posadilla, Navalcuervo, Los Pánchez y Alcornocal; además, cubre sus correspondientes guardias, realiza acciones formativas en el centro de salud de Peñarroya-Pueblonuevo y es la responsable del Programa de Citologías en Fuente Obejuna. A ello suma, desde febrero del 2007, la sustitución de una de sus compañeras los martes y jueves, añadiendo a los suyos los pacientes de Ojuelos Altos, Ojuelos Bajos, La Cardenchosa y Los Morenos, con sus respectivos avisos, que pueden conllevar desplazamientos de una aldea a otra. Aun así, subraya que «hay días muy tranquilos», que aprovecha para realizar visitas domiciliarias. «Me gusta hacer muchas, tienes a los pacientes controlados y están contentos, porque a los mayores les gusta que les des una vueltecita».

Encargarse del cupo más disperso, pero el más pequeño, ha propiciado que la doctora Canalejo conozca todas las aldeas. «Siempre han tirado de mí para cubrir los que se quedaban descubiertos y, en alguna ocasión, me he desplazado desde Posadilla hasta Cuenca, que se encuentra a 40 kilómetros de distancia», afirma. En una de sus jornadas más intensas recuerda que llegó a recorrer un total de 265 kilómetros.

Recuerda que en su decisión de estudiar Medicina prevaleció «el trato con las personas», y ahora se encuentra feliz porque «la medicina rural es la que más se parece a la idea romántica que hemos tenido de un médico de siempre, que conoce a las personas, lo que les gusta, en lo que van a cambiar y en lo que no».

En cuanto al número de pacientes, Carmen Canalejo destaca que «tenemos asignado un número de consultas ajustado al número de población, pero en las aldeas existe mucha flotante, sobre todo mayores, que vienen en marzo o abril y se van después de los Santos. Están muchos meses aquí, pero no cuentan porque no se censan, y no lo hacen porque saben que, cuando se deterioren, tendrán que volver donde viven sus hijos, Barcelona, Madrid, Valencia o País Vasco, para ser atendidos. Son pacientes que no cuentan, pero están ahí».

Para la doctora, las aldeas «son, desgraciadamente, geriátricos dispersos, cuentan con una población muy mayor que, sin embargo, posee una gran calidad de vida debido a que mantiene la actividad y las relaciones sociales», por lo que Carmen Canalejo demanda mejores comunicaciones y recuerda que ella misma, en su afán de suplir tantas carencias, ha tenido que hacer de todo, «hasta de asesor fiscal y sindicalista». En cuanto a infraestructuras, Carmen Canalejo demanda lavabos en sus consultas y que el equipo -médico y enfermero- permanezca siempre junto, «eso es importantísimo».

Todo ello conlleva que el cariño de sus pacientes hacia la doctora sea palpable. Una de ellos, Carmen García, destaca que «además de ser muy eficaz en su labor de médico, Carmen es muy cercana, no solo se preocupa de ti cuando vas a la consulta, va a casa de personas que llevan mucho tiempo sin hacerse una analítica para que se la hagan, y cuando tienes un problema, intenta ayudarnos todo lo que puede y mucho más».

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