Un proyecto de la UCO recuperará la tradición gastronómica de la sierra

Un proyecto de la Universidad de Córdoba en colaboración con la empresa Aguas de Villaharta recuperará la memoria de la práctica culinaria y la cocina de la caza del pasado histórico de la Sierra Morena de Córdoba. Esta misma semana se ha acordado el inicio de este proyecto en un encuentro en la UCO que ha contado con la presencia del vicerrector de Investigación y Desarrollo Territorial, Enrique Quesada; el profesor Antonio Monterroso y el propietario de Aguas de Villaharta, Máximo Doval.

La iniciativa, según explica la Universidad en un comunicado, surge del proyecto Ager Mellariensis/Alto Guadiato Arqueológico y la empresa familiar Aguas de Villaharta, un complejo turístico basado en la tradición balnearia y medicinal de este ámbito de la provincia y situado cerca del itinerario de la antigua calzada romana entre Córdoba y Mérida. La referencia fundamental en este territorio es la ciudad romana de Mellaria (Fuente Obejuna), eje de la investigación del proyecto Ager Mellariensis/Alto Guadiato liderado por los profesores de la UCO Antonio Monterroso y Alberto Redondo, cuyo fin principal es el desarrollo territorial de la comarca del Alto Guadiato a través de la transferencia de resultados de la investigación.

«Esta recuperación de la tradición culinaria es un ejemplo de la interacción de los equipos de investigación de la Universidad con el sector empresarial y de la creación de sinergias que favorezcan el desarrollo socioeconómico cordobés. Además, el espacio elegido para el desarrollo de este proyecto se sitúa a solo media hora de Mellaria y veinte minutos de Córdoba y es, por tanto un centro neurálgico donde poder comprender la articulación y comunicaciones de este territorio desde la Antigüedad hasta las rutas balnearias frecuentadas por la nobleza y realeza a finales del siglo XIX», indica la UCO.

En este proyecto cobrarán protagonismo dos recursos característicos de la zona: la bellota y la miel. El profesor Monterroso explica que «con la bellota, los antiguos paliaban las carestías de cereal aprovechando su harina para pan y su caramelización generaba postres muy valorados. La bellota, para los antiguos, no dejaba de ser uno de los frutos más simbólicos. Tanto es así, que a veces fue un elemento de culto y en el mundo romano llegó incluso a configurar la corona cívica, es decir, la que el mismo senado otorgó al emperador Augusto como símbolo de sus victorias y de las vidas de ciudadanos que se habían salvado gracias a él», concluye.

Redacción.

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