Pedro José Cañabate Aguilar, jubilado desde hace cuatro meses, ha sido el último minero de El Porvenir de la Industria, aldea mellariense que fue creada entre los años 1898 y 1899, como consecuencia de esta actividad económica. Pedro José ha trabajado durante 27 años y estos días siente una mezcla de satisfacción – por haber podido prejubilarse, en estos tiempos que corren -, y nostalgia.
Treinta años estuvo en la mina José Antonio Calderón García, quien afirma, sin dudar un segundo, que volvería a desempeñar una profesión de la que a ambos destacan que lo mejor es el compañerismo y lo más duro, la muerte de su amigo Anastasio Magarín, ocurrida el 30 de noviembre del año 2000, cuando solo le faltaban ocho días para jubilarse.
A los dos les preocupa ahora El Porvenir, donde antes los jóvenes tenían un futuro asegurado y hoy los que quedan, solo cuentan con el PER o los contratos temporales que ofrece el Ayuntamiento, destinados al mantenimiento de la aldea. Recuerdan algún intento de que la zona fuera un reclamo turístico – incluso se construyó un hotel -, como ha ocurrido en otros lugares mineros y piden inversiones para el lugar de nacimiento de sus hijos en el que ya, el último minero, es la estatua inaugurada en 1995.
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