Chiquito de la bien amada

Chiquito de la bien amada -

Chiquito de la bien amada –

El popular cómico malagueño, que ha marcado una época, se encuentra en horas bajas desde la muerte de su mujer, Pepita, cordobesa de El Brillante
He querido, bien lo sabe Dios, que sonara más o menos la música de las palabras, ya saben que tanto me fascina, como Chiquito de la Calzada, que es mi buen amigo desde siempre. Le quiero mucho y más en estas horas tristes, por la ausencia de aquella mujer, de Córdoba, a la que tanto recuerda. Aquella Pepita, la niña del Brillante, que el otro día tanto resplandeció en la visita a la casa de Bertín Osborne. «Desde que ella me falta yo no soy el mismo”, me dijo un día en algún sitio. Ahora, que piden para él, merecidamente por supuesto, la Medalla del Trabajo, pues yo también aprovecho para pedirlo porque la palabra escrita, escrita queda. Será una forma también de que Pepita reciba el galardón merecido, porque claramente dicho, sin ella, Chiquito de la Calzada, que tanto hizo sonreír a España y reír incluso, de verdad, no habría sido lo que llegó a ser. El mejor de los mejores. Era de Málaga, pero parecía de Córdoba.

Por eso me alegra también tanto estos días Antonio Gala envuelto en su memoria. Córdoba agradecida. Antonio, más moreno, del sol del sur, y apoyado en su bastón, que en su día debe figurar en un museo de lo cordobés, sobre todo ese que tiene con puño de plata y que dicen que perteneció a Manolete.

Eso está bien. Córdoba agradecida, que tanto me gusta. Como ese libro, tan guapo que me acaban de enviar, de la fundación del poeta de la octogonal de Aguilar de La Frontera, ciudad guapa y antigua. Con Vicente Núñez más vivo que nunca, más poeta incluso que de vivo era. ¡Tengo tanto que aprender de los poetas de Córdoba, que me enseñan tanto, simplemente, que no es poco, con leerlos!

Merino, el maestro Merino, que no para. Me decía la otra tarde «aguantando y escribiendo”. Me descubren que respira de una botella de oxígeno. Es un grande también. Claro que si el aire que respira es también cordobés está en el paraíso. Suerte, maestro; los que van a escribir te saludan.

Ha sido para Córdoba un premio gordo. Como esa feria del pan que ya se acerca en el hermoso pueblo de Los Pánchez, junto a Fuente Obejuna. Me dicen que es una gloria el sitio, la gente y la fiesta en la que se conmemora el pan, divino pan de Córdoba, el mejor entre los mejores. Si puedo, si me deja el médico, me acerco. Que ahora que estoy recién salido de la operación de cataratas estoy viendo todo mejor.

Espero que me dure. Mientras tanto, decirles que me encanta saber de Paz Vega, que me gusta cantidad, que se haya quedado a vivir otra vez, y ahora definitivamente después de diez años en Hollywood, entre nosotros, en el sur, como Dios manda. Y a ver si es verdad la historia de que igual hace de musa de Julio Romero de Torres, en una serie que se quiere hacer, y en la que estaría Jose Coronado haciendo del pintor. No me importaría incluso hacer de galgo.

Mi amigo Pepe Solano, que en tantas cosas tipo confidente me tiene a sueldo, y de gratis, me informa que hay unos espárragos de cuneta que llaman amapoleros y que saben a gloria bendita. Me apunto, y a ver si, sin que se me quiebre la esparda, sí, la esparda, como se escribe, me apunto un día este mismo otoño a la recogida. Ah, sí, decirles que se están llevando mucho las manoletinas y que así se llaman, de verdad. Ya saben lo que son. El otro día y en una boda de tronío las dieron de regalo con los nombres de los novios en la plantilla.

Ah, y que quiero que sepan que Maribel Verdú, puede acercarse al Oscar, una vez que se estrene la película de nuestro cordobés del cine, que no me canso de contarles, nuestro Gerardo Olivares, tan humilde, como grande. Y descubrirles que ese personaje ahora tan denostado y famoso, como es Francisco Paesa, que se lo lleva vivo y que hasta dijo que se había muerto en Tailandia, está más vivo que nunca. A ver si veo la película. Eso sí, contarles que tengo una carta escrita y firmada por él en la que se me cuenta, o me se dice, que «la entrevista que le pedía a la princesa de la cara de polvos de arroz, aquella que fue prometida del doctor indonesio Sukarno no es posible». «Su alteza», decía su protector entonces, «tiene la agenda llena».

Y también que he recibido la buena revistaza de Intercaza, feria que es un modelo de feria, en la que se muestran los cinco sentidos, sobre todo de la naturaleza. Me la quedo, aunque solo cace nombres para nuestra última página de los domingos. Y ya saben que es tiempo de costuras, que a la autora del libro la veo a veces subirse en Puertollano cuando voy o vengo del sur. O de suturas. Que de posturas sobre todo en la política bien hartos que estamos. Que Dios reparta suerte, mis paisanos. Que buena falta que nos hace.

Tico Medina.

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