Jesús Jurado Brieva

Algunos pueblos están llamados a marcar un hito en la historia y uno de ellos es Fuente Obejuna. Su propio nombre y el quehacer de sus habitantes, están imbricados con la historia y la literatura universal.

En la actualidad, un bastión significativo de la Cultura, es sin ambages la Biblioteca Municipal. Su gestor, director, bibliotecario y archivero, realiza una labor sorprendente, acaso desconocida por muchos mellarienses.

Las nuevas tecnologías han tenido acceso a esta aula viviente, taller de poesía y de narrativa plasmado en el Club de Lectura, biblioteca propiamente dicho, hemeroteca y archivo.

Las representaciones teatrales, presentaciones bibliográficas, el ya mencionado Club de Lectura, tienen en don Alfonso Fernández Mellado un excelente paladín, auspiciado por una institución oficial como es el Excmo. Ayuntamiento de Fuente Obejuna y en esta parcela de competencias por la Concejalía de Cultura.

El Cronista Oficial de Fuente Obejuna don Manuel Gahete Jurado es un intelectual nato, un ardiente promotor de los actos culturales, y por sus múltiples ocupaciones realiza a veces, una labor callada de colaboración, pero muy eficiente.

El pueblo de Fuente Obejuna es instruido, -pese a las escasas oportunidades para el estudio en épocas pasadas- laborioso, muy tenaz, sobrio y sufrido, y ya en el pasado siglo diecinueve escribió don Luís María Ramírez de las Casas-Deza, que los mellarienses son muy cultos y corteses, y lo expresamos de esta manera para no menoscabar las buenas cualidades morales de los habitantes de otras zonas de la Sierra y de la Campiña cordobesa.

El campesino mellariense y los habitantes de las pedanías, como todos los campesinos andaluces, «llevan la cultura en la sangre», como escribió Federico García Lorca.

Conocen por el viento y por las nubes cuando lloverá, cuando llegará el calor; identifican todas las plantas silvestres, saben sus propiedades curativas, distinguen a todos los animales montaraces, saben sus costumbres y sus querencias, saben cazar, castrar colmenas, esquilar las ovejas, montar a caballo, sabían arar, sembrar, segar, trillar y aventar. Son conocedores de la gastronomía y de la dieta mediterránea, hacen unas migas o un gazpacho blanco sin parangón con los que sirven en restaurantes de postín, y elaboran el vino de pitarra, sabían en tiempos pretéritos comerciar con los chalanes sin dejarse engañar, reconocen todas las especies aladas, aprendieron de pequeños a matar el cerdo, a salar los jamones, a hacer quesos.

La mujer mellariense es hacendosa, limpia y aseada en su casa y en su fachada, elabora dulces caseros exquisitos, como perrunas, flores, pestiños, etc y es muy religiosa, como el hombre del norte provincial, habida cuenta de que las vivencias, cultos y prácticas de esta índole, son una fehaciente expresión real y sincera de cultura. No olvidemos que la historia de las civilizaciones es la propia historia de las religiones que existen en el mundo.

Vaya este merecido elogio, para todos los hombres y mujeres de Fuente Obejuna, porque ellos son también la correa de transmisión, que no tendría movimiento sin la máquina impulsora que es la Biblioteca Municipal.

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