Posadilla (Fuente Obejuna). Museo de costumbres populares. La máquina del tiempo perdido

Arropada por un bucólico paisaje de pastizales y encinas se encuentra Posadilla, una de las múltiples aldeas de Fuente Obejuna. Para contemplar las cuidadas calles y encaladas casas de esta pequeña pedanía de unos 280 habitantes conviene seguir la Nacional-432 y elegir cualquiera de las rutas que parten de Belmez, Peñarroya-Pueblonuevo o Fuente Obejuna. Al llegar a las instalaciones del Museo de Costumbres Populares la máquina del tiempo inicia la cuenta atrás.

El recibidor de la vivienda, constuida para albergar este espacio expositivo respetando muchas de las características de las casas del pasado siglo, guarda la historia de la aldea en dos libros editados por la asociación que ha hecho realidad este museo. Esta primera sala se completa con una vista aérea de la pedanía hace 25 años y un pluviómetro, dedicado por José Antonio Maldonado, que recoge las lluvias caídas en el lugar desde 1900 hasta 1999. Pero lo más significativo es el anagrama de Posadilla, un dibujo plagado de símbolos que hablan de la cordialidad de sus gentes, de las ocho aldeas que integraban la jurisdicción canónica, de la sangre de sus primeros moradores, del agua que mana de sus fuentes, de las encinas que la embellecen, del río que baña sus tierras, del cielo que la cubre, del sol que la calienta y de la noche que enciende sus sueños.

 ACTIVIDADES AGRARIAS

La siguiente habitación muestra una maqueta en la que poco a poco se van a colocar los aperos de labranza en miniatura que fabrica un vecino de la aldea tal y como lo hacía su padre a tamaño natural hace años. En la pared de esta estancia hay faroles de todo tipo, mientras que en la de la escalera que da acceso a la planta alta están los elementos propios de la cacería.

La agricultura, actividad ligada desde siempre a la naturaleza humana, está presente en la siguiente sala. En ella hay un espacio dedicado a la molienda de trigo, en el que se muestra la evolución de los molinos desde los romanos y árabes hasta los manuales más recientes. Otro rincón recuerda la fabricación del vino de pitarra mediante la prensa en la que se elaboraba, las tinajas en las que fermentaba y los barriles en los que se guardaba. Por último, la recolección del aceite se rememora por los bidones en los que se almacenaba el líquido dorado. En esta misma sala del museo se agolpan los enseres que solían transportar los animales en el campo, además del aparejo que llevaban para realizar esta actividad. Pero el artilugio más importante de todos en la incubadora de huevos por circuito de agua caliente de mediados del siglo pasado.

La sala contigua cuenta con un apartado dedicado a la matanza. Allí no faltan la mesa en la que se le quitaba la piel al cerdo, la que utilizaba para su despiece, la empleada para picar la carne y la usada para embutirla. Pero la pieza más valiosa es la artesa fabricada con una sola pieza de madera de un árbol con más de un siglo de vida. En esa misma habitación se encuentra la cocina con sus típicos enseres. En ella llaman la atención el infernillo y un molinillo de café empleado en establecimientos comerciales. Su alacena esconde secretos culinarios que la asociación pretende editar.

La agricultura, unida a la ganadería, vuelve a estar presente en el museo en la última estancia de la planta baja, donde se ha instalado el chozo construido por dos pastores y habitado durante cincuenta años por uno de ellos y por su esposa. La casa, elaborada con madera y junco, podía transportarse de un lugar a otro cuando así lo requerían sus propietarios. Junto a ella se encuentra el árbol en el que los pastores colgaban los cántaros de agua, los cuernos del vinagre y aceite, los faroles y los aperos empleados para trabajar con el rebaño de ovejas.

En el resto de la habitación destacan un trillo utilizado en la era para desgranar el trigo, dos colmenas artesanales de corcho, los utensilios para sacar la miel, distintos tipos de arados, tijeras para esquilar, sierras para cortar madera y diferentes medidas para el grano.

 LA SALA DEL TIEMPO

El tiempo cobra más importancia en la planta alta, donde se ubica la sala dedicada a este cruel enemigo. Relojes que marcaron sus horas en otro momento ocupan la estancia ideada para no olvidar a los habitantes de Posadilla. Allí están sus siluetas blancas y negras reviviendo miles de historias. La más antigua se remonta a 1904. Otras son las leyendas que brotaron del cinematógrafo que despertó la imaginación de la aldea y de las pedanías de sus alrededores. Los 45 años que ha permanecido parado no le impiden reanudar su marcha por caminos de estrellas.

Antes de entrar en la sala dedicada a los talleres artesanales, conviene detenerse en el pasillo, donde varias vitrinas exhiben fósiles, restos prehistóricos, monedas, libros antiguos, vales de comida y billetes de tren, entre otros objetos del ayer. La pared soporta armas y dos cuadros con las firmas de borbones y austrias.

No sólo de la agricultura y ganadería vivían los moradores de Posadilla. Allí no faltaron herreros, carpinteros, peluqueros, zapateros y mineros. Cada uno tiene su pequeño rincón en la segunda sala de esta planta. Allí se mantiene intacta una completa herrería que cerró hace dieciocho años; una carpintería con sus herramientas; una barbería en la que no faltan las colonias de antaño y el brasero en el que se calentaba el agua; una zapatería con sus hormas y plantillas; y los taquímetros, picos y otros instrumentos empleados para perforar la tierra.

La última sala tiene una parte dedicada al dormitorio. La cama conserva el colchón de lana y luce las colchas confeccionadas por las vecinas de la aldea, que también han donado piezas del ajuar como las que yacen sobre el arca junto a las prendas de vestir colgadas en las perchas. La habitación se completa con el mobiliario de descanso y con piezas como la escupidera, el bidé, la cuña y un rizador de pelo.

La habitación recrea además un viejo comedor en el que no faltan aparadores con cristalería y planchas, una colección de máquinas de coser en perfecto estado, una radio, un ventilador y una preciosa lámpara de aceite. La luz del recinto se filtra a través de un artístico visillo que una mujer confeccionó durante la guerra civil mientras alimentaba su mente escuchando novelas de amor. Tras la contienda lo guardó en un cajón y, al abrir el museo, decidió desempolvar sus recuerdos donándolo sin ni siquiera haberlo estrenado.

Una cortina oculta los engranajes del museo. Tras ella se encuentra la sala de restauración. De allí han salido las piezas que se exhiben con el aspecto que tenían en el pasado. En esta habitación se han eliminado las heridas que han dejado los años en su deambular. Y ahí precisamente es donde acaba el viaje que inició la máquina del tiempo perdido y ahora recuperado.

 ORIGEN

La Asociación Cultural de Vecinos y Amigos de Posadilla nació en 1993. Un año después comenzó a exponer de manera temporal algunos de los fondos que ahora exhibe en el museo. Para montarlo construyó el edificio que alberga las piezas con la ayuda del Ayuntamiento de Fuente Obejuna y del Leader. El 29 de junio del 2002 abrió sus puertas el Museo de Costumbres Populares, que se ha hecho realidad gracias a las donaciones vecinales. El horario de visita es de lunes a domingo, de 18.00 a 20.00 horas. Para concertarlas, hay que dirigirse a los teléfonos 957578811 o 627207124.

 PROYECTOS

El colectivo que ideó el museo está presidido por Mateo Díaz Ríos y cuenta con 315 socios numerarios. Antes de inaugurar el museo, un grupo de trabajo se encargó de la restauración de fondos y este año va a dedicarse a poner nombres a cada sala e identificar los objetos con su historia. En un futuro la asociación pretende crear dos nuevos espacios, la escuela -en el trastero- y la taberna -en el hueco de la escalera-, para los que ya cuenta con objetos. Además, junto al museo hay unos terrenos en los que el colectivo quiere hacer un parque para mostrar los elementos propios del exterior.

“El cinematógrafo despertó la imaginación de los moradores de la aldea”.

“El tiempo cobra importancia en la planta alta, donde está la sala dedicada a este cruel enemigo».(Isabel Leña)

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1 comentario

    • Esperanza el 8 enero, 2021 a las 20:51
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    Cuando se puede visitar

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