“Las condiciones que exige el trabajo del periodista no se dan en el País Vasco por cuanto la coacción, la amenaza e incluso la agresión física y el asesinato es lo que está presente allí”. Con esa claridad y contundencia se explicó ayer el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón minutos antes de intervenir en una de las sesiones de los cursos de verano de Fons Mellaria.
Garzón advirtió de la falta de libertades de los periodistas vascos y los incluyó en el grupo de profesionales que sufren ataques y una persecución casi continua en zonas de “restricciones democráticas”, en referencia a países dictatoriales o en situación de guerra.
El magistrado denunció que el periodismo en España es objeto de los ataques de la banda terrorista ETA y “de los grupos que la integran” y advirtió que “ha habido víctimas y las seguirá habiendo”.
Garzón, que ostenta la presidencia de honor de la organización no gubernamental Reporteros sin fronteras, se refirió en su conferencia a la red Damocles, puesta en marcha por la organización para detectar los ataques a los medios de comunicación en zonas en las que existe una clara falta de libertades. El magistrado ofreció datos y dijo que en la última década 35 periodistas han sido asesinados, 350 detenidos, 650 agredidos y, hasta el año 1999, 81 informadores se encontraban presos.
Libertad de expresión
El juez defendió en su intervención la necesidad de que la sociedad civil entienda como suya la libertad de expresión, recogida en la Declaración de Derechos del Hombre, de la que hace uso la prensa. El argumento de Garzón es que sólo desde esa libertad se puede facilitar al ciudadano toda la información necesaria para llegar al conocimiento. Por ese motivo, y según explicó anteriormente el magistrado, es necesario profundizar en el periodismo de investigación y la formación de los periodistas, “como garantía de una información veraz que facilite la opinión de los ciudadanos”.
A juicio de Baltasar Garzón, en las reglas del juego de la libertad de expresión están incluidos otros muchos factores, entre los que ayer destacó la necesidad de exigir al periodista “la misma rigurosidad que a un juez”.
Sobre la relación entre periodistas y jueces, periodismo y justicia, en definitiva, Garzón dijo que se trata de una relación difícil, a veces complementaria y muchas veces enfrentada”.
Críticas a la censura
A pesar de ello, el magistrado alabó la “labor educativa” de la prensa en casos como los juicios internacionales, los crímenes de guerra o contra la humanidad, ya que gracias a su difusión se ha logrado la concienciación de la sociedad civil.
Sin embargo, y a pesar de las alabanzas y agradecimientos, el juez no tuvo reparos en criticar a la prensa cuando ésta fue coaccionada desde su mismo fuero interno, ya sea por intereses empresariales o por una “autocensura” con la que se debía acabar a juicio del magistrado. Prueba de esa censura, decidida desde los mismos medios de comunicación, han sido, en opinión de Garzón, la ocultación de las imágenes más crueles del 11 de septiembre y de los bombardeos de Afganistán.
El juez se reserva sus opiniones
Garzón acudió ayer al curso que, bajo el epígrafe “El Derecho, la Justicia y la Política en la Literatura, el Arte y El Periodismo”, dirige el catedrático de la UCO José Manuel González Porras. Fue recibido por las autoridades; paseó por Fuente Obejuna y habló exclusivamente de los que se le había pedido. Rehusó el magistrado informar sobre las últimas detenciones relacionadas con la organización terrorista Al Qaida, conocidas ayer. No respondió a las preguntas sobre la cuentas de Batasuna. Y no lo hizo porque, según dijo, “nunca hablo de los casos que tramito”. Pero tampoco quiso el magistrado opinar sobre cuestiones políticas. Sobre el último acuerdo del Parlamento Vasco acerca de sus competencia, Garzón sólo confirmó que tenía una opinión hecha, pero que “los jueces debemos estar al margen de esos debates” (Elena Lázaro).
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