Los vecinos con grietas en sus viviendas demandan una solución

Los habitantes de alrededor de cuarenta viviendas de Belmez y El Porvenir (Fuente Obejuna) no viven muy tranquilos en sus hogares desde que descubrieron grietas en distintas estancias. Los moradores de las casa afectadas se han quejado en diversas ocasiones a sus respectivos ayuntamientos, que consideran fundamental la elaboración de un estudio exhaustivo que determine las causas de estas fisuras. Tanto en un caso como en otro las grietas ha aparecido, fundamentalmente, en fachadas y paredes de habitaciones.

A la aldea de Fuente Obejuna se desplazó ayer un técnico del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas del Ministerio de Fomento (Cedex) para conocer la situación. Previamente mantuvo un encuentro con la alcaldesa de la localidad, con un arquitecto municipal y con representantes de la Subdelegación del Gobierno y de la Dirección General de Protección Civil.

Según las declaraciones realizadas por la primera edil, Isabel Pérez a la corresponsal de este diario en Fuente Obejuna, Eva María Heras, los directores generales de Protección Civil y del Cedex se reunirán el lunes para concretar la firma de un convenio entre ambas instituciones que permita elaborar un informe para saber las causas de las fisuras y sufragar los gastos de este estudio. Una vez rubricado, “nos pondremos en contacto con Encasur con la que mantenemos buenas relaciones, para que nos ayude, más que nada para descartar que es un problema provocado por las minas”, argumenta Isabel Pérez. Además ha pedido la colaboración de todas las administraciones para encontrar una solución al problema.

La alcaldesa ha indicado que desde que se detectaron los primeros casos, entre agosto y septiembre del pasado año, han visitado la aldea técnicos de su Ayuntamiento, de la Diputación y de la Junta, que recomendaron la intervención del Cedex. Tanto la Diputación como la Junta han mostrado a este periódico su predisposición para debatir el problema en un encuentro que se va a posponer hasta que se conozcan los resultados del informe.

Por el momento se desconoce el número exacto de viviendas afectadas, ya que, según la alcaldesa aunque se han encontrado grietas en más de treinta, no todas son de la misma tipología. Hasta que todo eso se concrete, Isabel Pérez ha pedido tranquilidad. Lo mismo ha hecho el delegado de Gobierno de la Junta, Antonio Márquez, “ya que hemos visto que no hay riesgo”.

Los vecinos de Belmez tampoco están tranquilos con las grietas que aparecieron hace algunos años en sus casas y así lo han denunciado en más de una ocasión. Algunos han tenido que taparlas al ver que no llegaba la solución que esperan desde hace tiempo, descubriendo que después vuelven a salir. Otros, por falta de medios, han preferido aguardar.

El origen de las grietas podría situarse en 1996 aunque el actual regidor de Belmez recuerda que todo empezó cuando él ocupaba la Alcaldía antes de que llegase Rafael Torquemada (que fue el primer edil de 1995 a 1999). Este último ha manifestado que primero se detectó el descenso del terreno en una calle y después empezaron a agrietarse las viviendas colindantes. Ante el temor de los vecinos, el ex alcalde mandó a técnicos del Ayuntamiento, que no fueron capaces de concretar las causas, por lo que solicitó ayuda a distintas administraciones. Ni la Diputación ni la Junta lograron resolver el problema. Torquemada pidió a Encasur, que no ha hecho declaraciones a este periódico, planos del pozo Padre Murillo, cercano a la zona afectada. Encasur dijo que no poseía esa información, que ni siquiera tenía la Sociedad Minera Metalúrgica de Peñarroya (que explotó la mina antes que Encasur), porque el pozo es de mediados del XIX.

Entonces el ex alcalde se dirigió al profesor titular de Geotecnia de la Escuela Universitaria Politécnica, Antonio Daza, que colocó en una casa un sismógrafo para registrar las vibraciones del terreno, que permaneció estable durante la investigación. Daza aconsejó a Torquemada que hablase con el Instituto Tecnológico Geominero de España (ITGE). “Los ayuntamientos no tienen medios ni técnicos, se ha visto que tampoco la Diputación ni la Junta”, señala Torquemada.

PRIMEROS CONTACTOS

Los contactos con el ITGE se mantuvieron desde abril de 1998. En mayo el director comunica por escrito al ex alcalde el desplazamiento de técnicos para ”evaluar el alcance del estudio a realizar y poder elaborar un presupuesto que sirviera, en caso de aceptación, de soporte administrativo a la colaboración técnica entre ambas instituciones”. Hasta el 20 de mayo del año siguiente no llegan los técnicos que redactan un informe y un presupuesto de nueve millones para realizar una investigación más a fondo.

El informe se recibió coincidiendo con el relevo al frente de la alcaldía en julio de 1999. Manolo Sánchez, al ver el documento, consideró que “el Ayuntamiento no tiene medios para hacer un estudio en condiciones. Es mucho dinero el que pide el ITGE porque primero habría que hacer una investigación más profunda y después las oportunas obras”.

El alcalde, que ha tenido que reformar su casa, también afectada por las grietas, asegura que se dirigió a Encasur para que subvencionara el estudio y la empresa le denegó esa ayuda. “Entonces se quedó todo paralizado porque el Ayuntamiento no se puede hacer cargo de eso”. Por ello exige que se responsabilice del problema quien le corresponda.

HIPÓTESIS DEL PROFESOR UNIVERSITARIO ANTONIO DAZA

La sequía de mediados de los noventa pudo influir en el caso de Belmez  I.L.

Antonio Daza tiene su teoría sobre el caso de Belmez, en el que todo indica que puede estar relacionado con una explotación minera. El profesor está convencido de que las minas de Belmez no están huecas, ya que en el siglo XIX se solían rellenar, o al menos han de tener agua. Daza argumenta que si estuvieran huecas “en 150 años el terreno habría descendido en algún momento y esto no ha ocurrido. Además lo normal es que una subsidencia (hundimiento leve) ocurra al año de la explotación de la mina y no a los 150, cuando el terreno debería estar en equilibrio. Pero si está llena de agua es posible que suceda así”. Por ello considera que el período de sequía vivido a mediados de los noventa coincidió con los trabajos de bombeo, propios del laboreo del carbón, del pozo Cabeza de Vaca, por lo que el agua de la galería subterránea que ha provocado la subsidencia disminuyó. Daza concluye que si la galería causante del problema está rellena y con agua, el terreno no baja más.

Daza opina que la situación entrañaría riesgo si la galería no se hubiera rellenado cuando concluyó el período productivo de la mina. En ese caso “puede hundirse el suelo hasta un 75 por ciento de la potencia de la galería, lo que supone que si ésta tiene dos metros, la tierra puede descender más de uno”.

Con dos centímetros provoca una grieta, con veinte “las tuberías de abastecimiento y saneamiento se rompen”. Sin embargo, insiste en que el terreno debe estar nivelado.

ACTIVIDADES DE RAPIÑA EN LA MINA PADRE MURILLO

El 20 de mayo de 1999 varios técnicos del ITGE se desplazan a Belmez para inspeccionar los daños de las viviendas que van del número 112 al 123 de la calle de Los Pedroches y la del número 39 al 41 de Torres Quevedo. En el registro de entrada del ayuntamiento consta que el 3 de julio de 1999 llegó su informe.

El documento concluye que la zona afectada ocupa un área rectangular de unos 100 por 30 metros y habla de dos hipótesis sobre el origen de las subsidencias, pero señala como más plausible “las labores someras de rapiña en el macizo de protección del pozo Padre Murillo”, entre la superficie y el piso 60. Para corroborar la teoría de estas explotaciones no registradas, situar los posibles huecos mineros y buscar una solución, el texto recomienda realizar cartografía de las grietas en superficie, campañas geofísicas y sondeos mecánicos.

 OBSERVACIÓN

También aconseja “mantener una continua observación de la evolución de las patologías existentes en las viviendas número 116 y 119 de la calle de Los Pedroches y 39 de la calle Torres Quevedo con objeto de poder tomar las necesarias medidas tendentes a salvaguardar la seguridad de sus moradores”.

Los técnicos observaron una apertura máxima de dos centímetros en las grietas. En este sentido el texto alude a la información facilitada por el profesor Antonio Daza en la que explica que las primeras grietas se manifestaron en 1996 y respondieron a movimientos discontinuos con un hundimiento acumulado de unos 4 o 5 centímetros. Sin embargo, indica que faltan datos documentados sobre la evolución de la subsidencia y sobre las labores mineras más cercanas, que se relacionan con dos pozos más (La Emilia y Santa Isabel), concluyendo que la información es confusa, incompleta y contradictoria.

 “Descartada en Belmez la teoría del terreno arcilloso. El profesor Antonio Daza cree que las casas están sobre un suelo que no entraña problemas.”

“Situaciones parecidas con orígenes diferentes. El investigador estima que el problema de El Porvenir no tiene por qué ser similar al de Belmez.”

“Fachadas con fisuras de más de un centímetro. En fachadas de la aldea de Fuente Obejuna se han detectado grietas de un centímetro.” (Isabel Leña)

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